Diego Sale a Cenar

Trato de explicar por qué algunos nosotros recorremos las calles de Buenos Aires solitos . Buscamos el amor o una cita, un amor para toda la vida aunque dure solo un día.

Me Visitaron

viernes, 30 de octubre de 2009

Fin de Semana (muy largo) 2da Parte. Sabado

El sábado parecía domingo por lo melancólico y me dedique al ocio (no creativo) y la comida. Pensando en mi suerte de la noche anterior no me dieron ganas de siquiera acercarme a la computadora.
Pero, por supuesto, nada me impedía usar mi teléfono celular. Así que me dediqué un buen rato a contestar mensajes de texto con invitaciones varias, la que elegí fue la opción que me permitía no sólo ver a varios de esos contactos que me escribían sino que además me aseguraba el encuentro con mi interés principal de esos días. Decidí que iba a ir a la Fiesta de los Osos, que se venía perfilando como un clásico en la noche de gay de Buenos Aires (y cuando digo clásico quiero decir que van siempre los mismos gorditos conocidos, y cuando digo conocidos quiero decir que ya me había cogido a varios). Pero como era fin de semana largo quizá la concurrencia podía variar un poco. Tenía la promesa de encuentro de varios que durante la semana me fueron contando que estarían allí y a los que, convenientemente, había informado de mis serias dudas con respecto a mi propia asistencia. La idea que tenia era ver a cuál de esos muchachos podía convencer de que terminar la noche juntos, y quien sabe, algunos días mas también. De todos, había uno que me atraía razonablemente (y no hablo solo de lo físico). Es un chico de la ciudad de Rosario que mantenía (y mantengo aun hoy) una amistad por Facebook y que había conocido una noche, de un fin de semana, en el que él había venido a Buenos Aires (entre otras cosas) a conocerme. (Desafortunadamente) La noche de nuestro primer encuentro también había arreglado un reencuentro con una amiga de la Universidad que, debo decir, es la única mujer con la que me confundí (por decirlo de alguna manera) en cuanto a pensar que podía tener una relación más allá de una relación amistosa que cualquier gay puede tener con su mejor amiga. Sucedió en una de esas noches tiempo atrás cuando los más in de Buenos Aires era deambular por las inmediaciones de Plaza Serrano (en en bar Macondo justo frente a la plaza), nos juntamos y bebimos cerveza en abundancia (aunque debo aclarar que los dos estábamos ahogando serias penas) y terminamos juntos en un albergue transitorio de Palermo Hollywood. Así que, como no lo hacía hace mucho tiempo, arregle una cita con varias personas además de mi cita. Nos encontramos en Million, un bar retro-cool en Santa Fe y Paraná, el rosarino, mi amiga y un amigo (que lleve con la idea de presentar algún tipo de balance y que era un amigo que me había quedado heredado de mi ex novio el pastelero) y yo. Mi amigo trato de levantarse a mi amiga y el rosarino trato de levantarme a mí, pero todo fue en vano. Mi amiga y yo nos enfrascamos en las mismas discusiones sobre la nada que manteníamos cada vez que nos encontrábamos…el resto de los invitados opto por un destino mejor en cuanto las cervecitas se transformaban en un lugar para bailar y continuar la noche.
Así que esta era la segunda oportunidad del rosarino. Todavía era temprano aquel sábado e invite a dos amigos a tomar algo en mi morada del fin de semana antes de salir. Eran conocido desde hace unos años atrás que recientemente se había convertido en mis verdaderos amigos (con la correspondiente tensión sexual derivaba de la amistad de hombres gay conocidos en ámbitos que no son una relación sexual casual, en este caso, tampoco de surgidos de relación sentimental)
Bebimos unas Stella Artois ( es gracioso como es esa la cerveza favorita de todos cuando hace dos años no existía, también como la gente, por general hombres jóvenes heterosexuales, ante la pregunta de cualquier mozo acerca de cuál es la cerveza que les gustaría tomar, responde como con una sonrisa: ESTELA!, como si fuera algo obvio) y salimos para la fiesta con la intención de conocer a alguien nuevo o por lo menos a alguien viejo pero que estuviera bueno.

De mis dos amigos uno era osito, que fue el primero en partir, ofendido porque alguien que en la semana se había ofrecido a darle unos besos, ese día y ante el encuentro en vivo le dijo que él no era lo suficientemente “oso” (dios sabe que habrá querido decir, pero no me moleste en averiguarlo) el segundo partió en seguida al notar que ninguno de los gordos presentes lo estaba adorando como él se lo merecía. Lo que me llevo a pensar, si él es un chico de 22 años, realmente hermoso, con mucho estilo y un cuerpo realmente espectacular, no tuvo el éxito esperado, que me iba a deparar la noche a mí, que ciertamente no tengo sus atributos físicos. Pero claro era la fiesta de los osos, además, tenía una ventaja, la reina de la noche, mi amigo caribeño, que me había cedido su hogar por el fin de semana, no estaba en la ciudad, y la respuesta a mi inquietud llego en seguida. Aunque renegara (como todos los que conozco que concurren a esa clase de fiestas) pertenecía al grupo, la gente de ese lugar se identificaba conmigo y yo con ellos (bueno, con algunos), con el ambiente distendido, las barbas y las panzas los muchachos grandotes con (cierta) actitud masculina (aunque cuando suena Paulina Rubio, se les va la actitud a la mierda, y bailan como cualquier puto).
Ahí estaba yo a pleno. Bailando, saludando a la gente, disfrutando el momento. Me encontré con el rosarino y lo bese, le di una que otra explicación pertinente, y bailamos. Seguí adelante, recorriendo la pista, dejando que los más grandes me inviten tragos que alegremente convide a los más jóvenes. Camine por acá y por allá, viendo. La gente alrededor me sonreía. Bese señores muy lindos como al pasar y también a una pareja. Luego de la euforia, llego el momento de volver a casa. Excitado como estaba fui a buscar al candidato de la noche. Volví al comienzo y me despedí de todos a mi paso. Lo encontré y le dije: ‘vamos’, y le puse mi boina gris, mi favorita, y me fui a la salida y espere .Conseguí un taxi y un acompañante y partimos.
Llegamos en seguida y nos besamos. Fuimos a la habitación y nos acostamos, y sin remera y con los pantalones puestos me dijo:” necesito una relación más profunda para poder hacer esto”. Lo que me suscito una inquietud, que clase de relación era la que él necesitaba y que era “esto”.
Tome un respiro, y pensé como seguir y me quede dormido.
El sol del medio día estaba a pleno dentro de la habitación, la claridad era insoportablemente cálida, me levante y me fui a lavar los dientes cuando volví el estaba despierto, comenzaron los besos otra vez. Hablamos sobre lo agradable de la situación y una posible visita a Rosario. Pero aun así, había algo que no estaba pasando y trate de retomar las cosas donde habían quedado horas antes. Ya sin pantalones quedaba el obstáculo del bóxer, que él se negaba a quitarse aunque no tenía inconveniente en bajárselo un poco (o mucho) siempre que no fuera de la parte de adelante. Por algo más que simple curiosidad (que la que mato al gato y otras especies) y como no podía ver y como seguía con ansias, decidí investigar y puse manos a la obra (literalmente). Ahí estaba, pequeños y rígido, tan pequeño como mi de dedo meñique, o el miembro de un niño antes del desarrollo. En ese momento reflexione, ¿era este el (insignificante) motivo que le impedía relajarse y entregarse? ¿Pensaría él que solo alguien enamorado podía aceptarlo? Pero ¿Cómo decirle que a mí no me importaba? Decir algo iba a dejar mi plena conciencia del tamaño (apenas) notorio de su pene en evidencia. ¿Y si no era eso? , ¿Si a él no le importaba, y simplemente estaba buscando el amor verdadero y yo no lo convencía demasiado? Eran demasiadas preguntas, quizás simplemente no le interesaba el sexo. Quizá el quería estar seguro y quería esperar. Pero eso yo lo había pasado y los tres meses sin sexo que tuve en mi relación anterior me traumaron. Me levante y fui al baño, hui de mi propio trauma, quizás el pensó que yo me alejaba de aquello que lo traumatizaba a él. Cuando volví el esta cambiadito y parado junto a la cama. Me acerque a la compu y puse el último tema que había escuchado antes de salir, Cheek to Cheek por Frank Sinatra, y bailamos con su mentón sobre mi hombro y después sabíamos que no había nada que decir, o más bien nadie se atrevió a hablar. Nos despedimos en la puerta de calle.


Mientras me tomaba un litro de yogurissimo sabor vainilla (mi remedio para la resaca) y buscaba por todos lados mi boina gris, empecé a escuchar entre las sabanas Is this Love de Bob Marley (versión tonos polifónicos) era una melodía conocida que sin embargo no escuchaba desde el verano. Una canción fácil de reconocer. Era el sonido asignado a mi ex novio, quería verme, quería hablar, quería saber de mí. Luego de tantos encuentros fallidos pensé que sería buena idea escuchar una vos familiar (Tendría que haber llamado a mi vieja). Ese domingo de sol no estaba pensando en que faltaban cinco meses para mi cumple numero 33, tampoco mientras escribo estas líneas estoy pensando que faltan unos pocos días. Entonces, y ahora, mi pensamiento evoco las imágenes de mi último cumpleaños, cuando estaba rodeado de amigos y tenía un novio de la mano. “No había ninguna pareja como la nuestra” decían. Me decidí y atendí el teléfono.

lunes, 26 de octubre de 2009

Un fin de semana (muy ) largo.

Con todo, escribir acerca de estas aventuras me hace pensar cual es ultimo fin de esta búsqueda. Cuando digo búsqueda me refiero a mi interior, que es lo complicado. Lo demás, las citas, los hombres todo es parte del viaje. Llegar al destino sano y salvo también parece un objetivo, pero el recorrido…el recorrido tiene que ser divertido, aunque haya lagrimas, aunque haya dolor, al final, lo que importa es elegir siempre lo que nos haga bien, si bien a veces confundimos las cosas, eventualmente lo bueno nos alcanza. Mientras tanto mi corazón sigue desconcertado, quizás encaminado en la dirección correcta, pero aun en la incertidumbre con respecto a lo que está bien y está mal.
Cuando llegue a buscar las llaves del departamento de mi amigo, donde iba a pasar el fin de semana largo, me di cuenta (una vez más) de que estaba solo. Me confió su hogar con la premisa de que me divirtiera (léase, tuve que prometer hacer mi mejor esfuerzo para conseguir uno o varios hombres lindos para coger el fin de semana).
EL viernes aparecía como muy tranquilo. Fin de semana largo, poca gente en la cuidad. Por suerte Buenos Aires es también un destino turístico en esta clase de fechas.
Había terminado con dos de una cierta forma que me hizo pensar en el porqué de mis decisiones. Ya era de noche y se hacía tarde, ninguno de los dos respondió mi llamado.
Así que pensé que era un buen momento para un cambio. Para descubrir algo completamente nuevo. Una aventura. Por supuesto desistí de la idea casi inmediatamente (aunque no del todo) cuando recibí un mensaje: “estoy en buenos aires, nos vemos mañana en la fiesta”.
Pero todavía era viernes y yo…nada. Entre al viejo portal de UOL. El chat, anónimo, sin imágenes. Se puede acortar mucho la búsqueda si uno logra descifrar los nicks que la gente elige. Un Nick de cualquier sala de chat de sexo (y de las salas de chat gay en particular) puede aludir a las (supuestas ) medidas del miembro viril (la pija , básicamente) así se puede encontrar un ‘Juan20x6’ , ‘Pedro 15x5’ , ‘Roberto 20x20’ (tampoco me puedo imaginar a que se refiere exactamente), algunos describen que clase de encuentro es el esperado, ‘ sexoexpress’, ‘cibersex’, ‘pajacam’, ‘doblepenetracion’ , ‘melatrago’, ‘telachupo’, ‘taxi$$’( tendría que haber alguno que dijera directamente ‘tedigoquetegarchoperoenrealidadtedesvalijoeldepartamentoyteacuchillo’), había también rederencias a los lugares deseados para el encuentro , ‘xcongreso’ , ‘xonce’ , ‘xbelgrano’, ‘zonanorte’, etc . Además, referencias meteorológicas varias, ‘lluvia dorada ‘, lluvia blanca’, ‘lluvia marrón’. Y combinaciones de lo más variadas (una era 2x11sexoexpresscam, yo creo que 2x11 se refería a dos personas, o sea una pareja, por el barrio de once, de lo contrario, sería un pene bastante raro).
Como su nombre lo indica la cosa venia de charla. Todo el mundo quería saber si tenés ‘’lugar’’. BuscoMacho54 me hablaba y me hablaba, pero yo no sabía si el 54 representaba su edad o el calibre pero por otro lado, me resultaba curioso el Nick elegido, si buscaba un macho, ¿era la sala homosexual el mejor lugar? Esperaba algo más normal, si es que existe tal cosa por estos lugares virtuales donde nadie quiere ser normal sino extraordinario.

Algunos preguntaban de que trabajas o donde (o quien vivís), ante lo cual yo pasaba al siguiente (que ¿tiene que ver la profesión en todo esto?, ¿quién responde esa clase de preguntas tan personales en ámbitos como estos?). Estaba en conversación con veterinario69, que, o bien era un veterinario de 40 años, o quería practicar un 69 (en el peor de los casos 69 aludía al año en que se recibió en cuyo caso lo único posible era tratar de conseguir muestras gratis de eukanuba). Resulto que era un veterinario de 40 años que vivía en zona norte y tenía ganas de conocer a alguien para salir a tomar algo y conocerse (sonaba bien). Yo estaba por Belgrano así que decidí salir y conocer al buen hombre. El quería que vaya a su casa a lo que simplemente me negué. El accedió a ir hasta Belgrano en (cito textuales palabras) su 4x4, sentencia que no me movió un pelo pero que agilizaba el tramite. Nos encontramos en la plaza frente a la iglesia redonda en Belgrano. Espere pacientemente, llego con 10 minutos de retraso, y evidentemente agitado me comento que había dejado estacionada su camioneta 4x 4 (otra vez) a unas cuadras y se había apurado en venir a buscarme. El tipo estaba bastante bien, mas allá de la camisa vintage que llevaba puesta (digo vintage por q soy gay, sino diría simplemente una camisa medio vieja y bastante usada, pero pensé que era una cuestión de su trabajo, y me imagine que los veterinarios debían tener un apego especial por las camisas a cuadros de la década del 80).
Me pregunto qué quería hacer yo, y supongo que estaba esperando que yo le dijera:” cojeme acá mismo papa”, pero le sugerí que vayamos a tomar un café o comer un pizza. El lugar que elegí estaba a unas cuadras, era la pizzería Pompeii, por Cabildo.
Nos sentamos y empezó la charla .la primera pregunta que me hizo fue ¿no será muy caro este lugar?, siguió con, ¿vos querés comer? (que vino con una aclaración) Porque te cobran los cubiertos. Decidimos compartir una pizza grande de mozzarella. Cuando el mozo se acerco con la carta, directamente le pedí la pizza y dos gaseosas. Inquieto me pregunto si la pizza no costaría más de veinte pesos (al tiempo que yo empezaba a delinear un perfil de este individuo) por q el comía la mejor pizza en el centro por esa suma o menos. Comimos y hablamos, se lo notaba un poco nervioso (yo hubiera dicho que quizás estaba emocionado de conocerme, pero me inclino más por la posibilidad de que ya estuviera pensando en la cuenta). El conto lo ingrato (económicamente ) que era la profesión de veterinario, lo difícil que era tener una madre muy mayor a cargo y pagarle a una enfermera, de los animales de granja que tenía en el fondo de su casa, de su fanatismo por El Señor de los Anillos ( las películas , no los libros) y de cómo compartía esa pasión con un amigo que lo visitaba todos los fines de semana, pero que , con gusto se abstendría de dicha rutina si yo accedía a ir hasta su casa .
Llego la cuenta de $51 y yo saque mis 30 y el 50 se quedo con veinte y entrego 60 al buen hombre que nos atendió esperaba con el ticket en la mano. Luego que se hizo entrega el mozo se dirigió a la caja. Tome mi abrigo y me dispuse a abandonar el lugar pero él no pensaba lo mismo y no estaba dispuesto a dejar propina. A lo que yo simplemente me retire sin decir nada, me siguió y nos fuimos (sin el vuelto por suerte). Era evidente (para mí) que la cosa no iba a funcionar, así que intente despedirme. El insistió en que me quedara con el argumento de que yo era muy lindo para dejarme ir (lo que me pareció muy convincente). El insistió en que tomáramos algo más, que siguiéramos hablando un poco más, que si se hacía tarde, me acercaría al lugar que yo le indicara. Me invito a tomar helado. Y me reí por dentro pensando en que significaba el término “invitar”, pero él me lo explicó, significaba que el pagaba. Elegí Volta para degustar un helado de dulce de leche y banana Split, cuando se lo comunique el me dijo:” no sos tonto, elegiste la más cara “, yo ya me había indignado, le respondí que solo lo elegí por que era el que más me gustaba, y que no se preocupara por eso que si él quería nos quedábamos charlando en la plaza. Pero el insistió en invitarme, y yo ya no tenía la mas mínima esperanza de rescatar algo de aquella noche y me resigne a que lo mejor sería el helado. Miró el interior de su billetera, y me pregunto si le daba un minuto para ir a buscar “cambio” a su auto y camine con él. Su auto, con el había mencionado insistentemente, no era exactamente una 4x4, si más bien un auto muy viejo color naranja y si bien no se la marca y modelo (obviamente quien escribe es gay) si me di cuenta que el color no era de la pintura si no de la masillado previo a la pintura (bueno por lo menos en algún tiempo tuvo la intención de pintarlo) mezclado con el oxido. Después de luchar (bastante y no triunfar) con la puerta, decidió dar la vuelta y probar abrir la puerta del lado del acompañante. Finalmente se pudo asir de abundantes monedas. Y volvimos hasta la heladería. Elegí el tamaño de mi helado antela mirada atónita de festejante , mira que se trasladaría al cajero cuando mi acompañante exclamo que le parecía un robo lo que nos estaban cobrando y se quedaba con el billete en la mano , sin entregarlo al cajero que me miraba. Mi helado se derretía , y aguantaba mordiendo el cucurucho , pero ya después de todo el periplo sentía un placer morboso, quería ver que más humillante podía ser la situación, así q aguante mas y ni siquiera amague con sacar mi billetera , y llego ese momento, el dijo , le dijo al cajero que estaba con un gesto rígido, ¡es un robo! Y no pude evitar reírme. El pago y me aleje hasta la vereda sin mirar a nadie. Con la vista fija en un punto fijo atreves de la puerta de cristal y respire con alivio (después de todo mi helado favorito es Freddo, quien necesita volver a Volta). Le propuse caminar mientras tomábamos el helado (en realidad me propuse caminar hasta la parada de colectivo más cercana, cualquier colectivo con cualquier destino). Nos despedimos. Y me fui, me baje del bondi en inmediatamente me subí, en la siguiente parada, es que estaba cerquita pero sentía terror de que el tipo intentara acompañarme. Así que me baje, camine por Monroe y el viento estaba fresquito, el helado se me acabó, y me cague de risa solito y me fui a dormir. Ese viernes estaba perdido y me faltaban dos noches en el fin de semana largo, 2 sorpresas y un reencuentro.

Era Junio, hacia frio y dormía solo. Esperaba que el tiempo mejore, que las estaciones cambien y la suerte mejore. Mi cumple es el 23 de noviembre y todavía no encontré alguien que me acompañe.

martes, 20 de octubre de 2009

Cruz del Sur, o cómo quedarse sin el pan y sin el pan.

Ubicado en una encrucijada. La posibilidad de elegir. Decidí (erradamente) que podía con los dos (por lo menos hasta nuevo aviso, hasta estar seguro cual quería mas, también contemple la posibilidad de que al elegir uno por sobre otro me iba a quedar sin ninguno de los dos) Un viernes como cualquier otro me encontré con el cordobés y como cualquier otra de esas salidas le presente a algunos amigos y cayó muy en gracia. EL pintor por otra parte no era partidario de las salidas o cualquier evento que implique reunión de más de dos gentes. Luego de la salida en cuestión, vino la parte de pasar la noche juntos, lo que de muy buena gana hicimos. Al despertar el sábado estaba lluvioso en Palermo y nos tomamos un taxi para almorzar en McDonald’s de Gascón y Córdoba. Me compre un paraguas y nos despedimos solo por un rato. Desde ahí me dirigí a ver a mi pintor en su casa, único reducto donde lo veía últimamente y pasamos una tarde más que agradable escuchando música y hablando (y cogiendo también, claro). Al anochecer de ese agitado día que había empezado el viernes a las 7 de la mañana, cuando me levante para ir a trabajar, tenía una invitación a cenar. No estábamos festejando nada pero si era una ocasión especial, como mis amigos son especiales para mí. Así que invite al Cordobés a cenar conmigo. Esa noche en particular me reí mucho. Mi amiga había preparado sus empanas abiertas cuya receta había copiado de un cartel del subte B, y su marido había preparado unos Snack de queso que, según él, había inventado desde cero.
Vimos el concurso de miss Argentina y nos reímos mucho, comentamos las anécdotas de siempre y tomamos cerveza. Esa noche sigue siendo recordada aun hoy en día por lo ridículo de las ‘’misses’’ y por la risa contagiosa del Cordobés (lo que me hizo pensar que si me divertía tanto y además cogíamos y mis amigos lo consideraban ‘’buena onda ‘’ quizás el era la persona indicada, aunque, todo el misterio que había en las cosas que no me contaba, era, al mismo tiempo, un pro y un contra). Llegue a mi casa el domingo a la madrugada (había salido el viernes temprano a la mañana) cansado y confundido. El siguiente fin de semana decidí , descansar y quedarme en Quilmes, decidí dejar a Buenos Aires y a mis amantes solos por un fin de semana, lo que no resulto de la manera que yo esperaba pero si dio resultados ( si buenos o malos , no estoy en condiciones de decirlo aun hoy).

El sábado mientras acompañaba a un amigo y recorríamos librerías por el centro de Quilmes, recibí la llamada del pintor que reclamaba mi presencia en su hogar como cada sábado últimamente. Le expliqué que no tenía ganas de viajar hasta allá y que era mejor que nos viéramos a la noche, que vayamos a algún lado, cosa a la que no accedió (cosa que yo sabía de antemano dada su reticencia a los lugares públicos), sin embargo, recibí la misma llamada del cordobés, aunque con una pequeña gran diferencia, Él me pregunto dónde estaba y me dijo que iba a ir a visitarme. Pasamos la esa tarde juntos. Lo que termino por inclinar la balanza a su favor. Hable con el pintor y me despedí sinceramente aunque no le aclare que lo dejaba por otro. Y Luego vino la charla con el cordobés. Le dije que si nos veíamos casi todos los días y la pasábamos tan bien porque no lo declarábamos un mutuo acuerdo, nos poníamos a salir, el conmigo, yo con él, digamos en forma exclusiva. La respuesta (obviamente ya se la imaginan) fue que gracias pero no gracias. Me dijo que no era su momento (claro, no era yo, era el). Uno de los argumentos que uso en mi contra fue que, de tanto hablar y hablar, yo en más de una oportunidad la había expresado ciertos sentimientos por el muchacho que había conocido en un año nuevo, tiempo atrás ( y me pregunto aun la razón para semejante argumento ). Y que seguramente no podía estar cien por ciento comprometido con nadie. Y no solo eso, él mismo no estaba en condiciones de comprometerse con nadie, porque todavía le quedaban (en ese entonces) asuntos pendientes que justificaran su propia ruptura con su último novio. Pero el rechazo sirvió para algo (además de demostrar que si tenés dos y optas por uno el que elegiste te va a dejar y no vas a poder volver con el que habías dado de baja), el cordobés me hablo de su amor y lo difícil de su última relación y me sentí mas amigo de él que antes. Era fin de semana largo y estaba solo. ¿Qué hacer? En ese momento reflexione sobre mi suerte y sobre lo que me deparaba el destino.
(¿Acaso existía dios?,(o alguna otra deidad menor que se ocupe de los gays) ¿acaso me estaban dando una señal? ¿Pero qué quería decir? ¿Arma una lista de espera y hace pasar a los hombres que te gustan solo de a uno en tanda? ) Cuando era chico me mandaban al gabinete psicopedagógico porque era hiperactivo y tenía problemas para relacionarme con los demás , tenía que parar y pensar las cosas dos veces antes de hacerlas, me decían ( o sea tendía que dejar de ser yo mismo ) , el gabinete de psicopedagogía de los adultos se llama terapia o, en los casos más graves , se llama ribotril , pero eso no podía ser la solución, había algo más . Las cosas que me pasaban no son por estar equivocado, son por tratar de estar en lo cierto, por tratar de descubrir la verdad sobre mis sentimientos. Cuando era chico aprendí rápido a decir lo que la psicopedagoga quería escuchar y a dibujar a mis padres ambos del mismo tamaño y con caras sonrientes. De esa manera volvía lo más rápido posible al aula, a seguir investigando la realidad (de las demás personas y la propia) para no morir de aburrimiento durante las clase de geografía. Ahora ya no dibujo un arco iris a propósito (ni los llevo en un pin aplicado a un morral Adidas, nadie debería hacerlo por cierto), me hago cargo de los errores y trato de aprender. Ironías del destino aparte , una vez en una tarde de mate en una plaza de Belgrano , unos evangelistas me prometieron el infierno por ser diferente y describieron mi situación como “ agujero en el alma”, y pensándolo bien ahora , me sentía en ese momento bastante desprotegido y de algún modo vacio (Por supuesto que no se me cruza por la cabeza pensar en volcarme hacia la fe católica, es solo que mire al cielo y suspire , y si dios existe , creo que no entendimos muy bien ) Pero claro que todo duro un segundo . Estaba solo otra vez, en un abrir y cerrar de ojos, solo. Era fin de semana largo y yo esta en el departamento de un amigo que había viajado. Buenos Aires, me proponía revancha. Pero todos saben que esta cuidad no regala nada. Y el sosiego que me deparaba el día de la bandera iba a tener un precio, o mejor dicho, dos (uno muy alto…y otro muy, pero muy muy pequeño).

Faltaban en ese entonces 5 meses para mi cumple numero 33. Y mientras escribo esto, faltan apenas 33 días para esa fecha, y todavía estoy solo y en veremos. Por lo pronto es hora de empezar los preparativos para esa noche.

jueves, 15 de octubre de 2009

Siguen los preparativos

Todo tiene un final (o dos )y todo comineza.

Luego de mi encuentro con la alta sociedad (gay) de Buenos Aires y otro fallido romance, me encontré a tomar un café en Aroma de Florida y Corrientes (me pedí un tecito y un muffin) con un chico (sí, joven, muy joven) que se dedicaba entre otras artes, al cine. Discutimos su arte, su modo de vida, sus relaciones pasadas (por supuesto) y sus ansias por amar a alguien y estar tranquilo. No hablamos de su familia pero si de libros que yo no había leído cuyos autores había escuchado nombrar, de la política en el tercer mundo, y de mi pasión por Noam Chomsky. Hablamos de sexo y sus preferencias (y las mías) en cuanto a los roles de cada uno a la hora de coger. El descreía firmemente de cosas que a mi simplemente me daban igual.
Bajamos por Florida hasta Av. De Mayo y nos comimos una hamburguesa en Burger King. Me tome el subte E, nos despedimos en frente al edificio del Gobierno de la Ciudad. No hubo beso, no hubo plan de volverse a ver (lo que no significa que no nos volveríamos a cruzar). Al mismo tiempo había empezado a conversar con alguien que luego sería un personaje importante en mi vida.

A través de una página de contactos conocí al Cordobés. Foto falsa, nombre ridículo que hacía alusión a un grupo de pertenencia del que siempre reniega, dirección de correo electrónico alternativa a la que utiliza para la gente “normal”. Resulto bastante reservado en sus cuestiones personales (fóbico diría yo, loca traumadita diría cualquier putito como si estuviera hablando de Diego Ramos) pero al fin, muy simpático. Como no revelaba nada personal él que hablaba y contaba cosas era yo, él se dedicaba a analizar mis frases, dar me consejo...básicamente a opinar de todo lo que me estaba pasando en esos días. Los tópicos giraban en torno a las relaciones, mi búsqueda del amor ideal y las citas. El concepto de cita parecía un obstáculo para nuestra comunicación.

Mientras tanto en Facebook recibí un mensaje. Era alguien que yo no tenía para nada olvidado, si bien había pasado más de un año de nuestra última comunicación. El mensaje en cuestión decía:” hola. ¿Te acordas de mi?”. Sorpresa y mucho de gozo hubo en mi reacción. Claro que si me acordaba, de hecho varias veces me había pasado el tiempo viendo su perfil de Facebook esperando que él se diera cuenta de que yo era amigo de todos sus amigos virtuales (actitud por cierto pelotuda). Respondí al mensaje y le conté que me acordaba y muy bien. Hablamos un poco por el chat de Facebook y me pregunto si aún conservaba su dirección de MSN, a lo que respondí que si. Recordaba de memoria (o como se dice ingles “by heart”) su dirección aunque la había borrado en pos de olvidarme de un romance que nunca realmente sucedió y evitar la tentación de entablar charlas casuales. Sí, era mi cita del año nuevo que volvía, aunque con algunas novedades. Lo había cruzado una noche en una fiesta y todo lo que recibí fue una saludo , una mano agitada levemente en el aire , que interprete como un saludo , a penas una formalidad , una forma de decir que no me acercara, que así estaba bien . Y ahora un año después de eso, estábamos otra vez charlando. Entre las novedades que traía, me contaba que siempre se quedo con las ganas de estar conmigo, me refiero a lo sexual, y que ahora de todos modos no lo íbamos a concretar por que el tenia un novio al que amaba mucho. Lo cual no impidió que me detallara las fantasías sexuales que yo le despertaba. Era aquel hombre hermoso que conocí en el año nuevo.


Las charlas con el iban de a poco abandonado el tinte sexual, para abarcar temas más universales y se hacían más frecuentes mis consejos sobre cómo comportarse y como llevarse mejor con su novio, as i como también muchas veces le recomendé tener paciencia y luchar por su relación. Muchas veces durante esas charlas tuve ganas de llorar. Este tema se volvió un tema de charla constante con el cordobés a quien no había conocido en persona aun. Lo que cambio unas semanas después.
Entre tanto un rostro familiar se contactaba conmigo y yo lo confundía con alguien más. Pero tengo una buena excusa.

El nuevo candidato que confundí resulto se el hermano gemelo del chico cineasta que había conocido hacia un mes una tarde y nada mas. El pintor, tal su dote aritstico, era obviamente un artista plástico muy joven, entre otras cosas, y una de las personas más dulces e interesantes que he conocido. El mensaje fue el siguiente:” vos saliste con mi hermano , pero el piensa que sos mas mi tipo que el de el”. Nos encontramos en Santa Fe y 9 de Julio una tarde con frio y nos sentamos en unos de los banquitos del boulevard ancho que corta en dos a la avenida mas ancha del mundo. Hablamos mucho sobre pintura y yo no podía hacer más que escucharlo y admirarlo. Esa misma tarde nos besamos bajo los arboles, entre el trafico de la hora pico de un Miercoles.Tan joven. Tan lindo y talentoso. Me llevo a exposiciones, me explico cuadro a cuadro, escuela por escuela, autor por autor. Fueron unas semanas fascinantes. Los sábados iba a visitarlo a su casa. Pasábamos la tarde tirados en la cama, tomábamos licuado de banana, el tocaba la guitarra. A veces estaba también su hermano,los tres simplemente hablando. Él, su hermano y yo. Algunas de mis amigas lo conocieron, y la aceptación fue diversa. Que era muy joven, que no tenía nada que ver conmigo. Que no lo entendían, que se comportaba como un niño. Ciertamente la pasábamos bien, aunque era difícil sobrellevar tantas diferencias.
Luego de tanta charla, el cordobés y yo acordamos ir juntos al cine para poder, de una vez, terminar con tanta virtualidad y vernos las caras frente a frente. El mismo día , también por MSN , el muchacho que me sacaba el sueño , el del año nuevo , me propuso un encuentro ( un reencuentro pensé) , así que no lo dude y deje plantado al cordobés para ir en busca de una ilusión , que iba a tardar poco en disiparse para dar paso a la realidad( que no es triste , es simplemente real ).
Nos encontramos en el microcentro y nos tomamos una cervecita en uno de los bares irlandeses de la calle Reconquista. Hablamos del tiempo que había pasado entre nosotros , y lo mucho que habíamos cambiado( yo pensaba en realidad que él estaba tan lindo como siempre , y quería apartar la mesa que nos separaba y parecía una barrera infranqueable para darle un beso en la boca y acariciar su pelo ). Las cosas que me pasaron por la cabeza fueron varias y creo que las exprese más o menos con decoro y un cierto dejo de dignidad que aun me quedaba. Volvimos hacia el sur juntos y me hizo acordar a la última vez que habíamos tomado ese mismo colectivo para ir casa. Esta vez no viajamos de la mano y ninguno de los dos teníamos el mismo destino, nos despedimos que un beso en la mejilla y su novio lo esperaban en la parada cuando bajo. ¿Que podía hacer? Simplemente respire profundo y mire por la ventanilla. Empezó a caer una lluvia finita y sentí que después de mucho tiempo algo se había terminado .No hubo un abrazo, no hubo un beso, ni palabras duras de despedida. Fue simplemente mirar por la ventilla. Fue disfrutar al verlo y al saber que está bien así. En definitiva entendí que era lo que quería para mi vida. O mejor dicho, pensé que si veía alguien, iba a darme cuenta fácilmente si me enamoraba por que se iba a parecer a eso que sentía en ese momento.

Me encontré con el Cordobés en el Abasto para ver una película, pero no vimos nada. Solo nos quedamos sentados hablando y hablando. Riendo y analizando lo penoso de mi vida amorosa. Nos fuimos caminando por Corrientes y luego Pueyrredon y en el bar la Perla nos dio hambre, o más bien los dos teníamos ganas de seguir con la charla. Más hablamos y comimos una pizza en un bar de mala muerte cerca de la Plaza Once. Durante la cena llegue a conocer solo un poco de que se trataba lo que él estaba haciendo en Buenos Aires, y aunque es fácil adivinarlo, lo que el vino a hacer fue seguir lo que todos seguimos. Buscar lo que todos buscamos y jugarse (y ciertamente también perderse), como todos lo hacemos, por el amor. Un porteño que lo había hecho bajar de las sierras.
Para el final de la noche, yo pensé que solo podíamos ser amigos, que todo terminaba ahí ese día y al día siguiente volvíamos a hablar de la vida por MSN. Siempre habíamos discutido el sentido que le doy yo a la palabra cita. El no estaba de acuerdo con conocer gente así, conocer, evaluar, decepcionarse y avanzar. Por lo que trate de explicárselo.
La cita para mí era un encuentro romántico, dos personas apostando a conocer a alguien especial, sino para toda la vida, alguien especial por esa única noche en la que uno se preocupa por mostrar lo mejor. Y al final de la cita, si fue todo bien (y mas allá de verlo una vez mas o no), se concluye todo con un beso, que queda como recuerdo, un lindo recuerdo de algo que (solo a veces) te acordas para siempre.
Lo que había sido una salida para conocer a un amigo virtual se había convertido en un cita y como tal llegaba a su fin, solo que yo no podía considerar eso una cita, aunque lo sentía, porque ese no había sido el plan. Al final, en la plaza Missere, ante la mirada atenta de las putas dominicanas, llego el saludo final de esa noche. Le di un beso en la mejilla pero al mismo tiempo el me dio me beso en los labios. Dude un segundo y pensé que el momento se había perdido (¿pero quien iba a contar lo que paso u oponerse a un segundo intento? Nos besamos un instante y fue una cita. La primera de las nuestras. Mientras tanto seguía adelante y familiarizándome con el pintor y su familia, el arte y la vida moderna. Lo que me dejaba muy poco tiempo libre. Si bien era muy buena mi relación con él, la diferencia entre nuestros estilos de vida era bastante evidente. Pero por las próximas semanas trate de disfrutar el más posible. Al tiempo que me veía con el Cordobés casi a diario hasta que un viernes, pasamos la noche juntos. Y fue muy divertido. Ahora que sentía muchas ganas de estar con el cordobés y a la vez era verdadero el cariño por el pintor, y además el sexo era muy bueno con ambos pero hasta edad ir de un lugar a otro para coger con dos personas distintas me cansaba un poco. Había que tomar una decisión.

Faltaban 7 meses para mi cumpleaños número 33. Y parecía que iba a poder seguir el resto del año en paz y con alguien(o al menos eso pensé) Tenía que decidir por uno de los dos(parecía fácil), y dejar ir al tercero que en realidad es el primero (parecía difícil).

viernes, 9 de octubre de 2009

Preparativos para la primera noche

La integración bolivariana alcohólica. Guerra de Clases.

Después de una año bastante intenso me di cuenta de que la sensación de saber lo que quiero no me sirve de mucho. Me di cuenda de que ser maduro y sincero no me iba a salvar.
Existen personas que por algún motivo se quedan en vos, y persisten; sobreviven a todas las tormentas y también a toda otra persona que quiera ocupar su lugar y sin saberlo siquiera, o muchas veces sabiéndolo, dan vueltas por ahí a cada rato sólo para que no los pierdas de vista y te vayas a casa pensando (y pensando otra vez) cómo hubiera sido si las cosas hubieran funcionado, pensando en eso que en definitiva existió pero que no transcurrió. Reflexiones que te llevan a evaluar a cada posible candidato contra él, que no tiene comparación, porque cuenta con una gran ventaja: él te gusta de verdad. Y entonces me pregunto: ¿qué carajo es la verdad?, ¿para qué mierda sirve la conciencia? En estas reflexiones me encontraba cuando me alistaba para salir al fin de semana. Con lo devaluado del mercado gay (y estoy siendo apenas pesimista) encontrar la persona correcta puede ser complicado; Responder a un mensaje en una de esas tantas páginas de perfiles puede ser toda una aventura. Especialmente si tenés más de treinta, sos hombre, soltero y buscás.
El viernes la reunión era con motivo de la celebración del cumple numero 30 de una amiga, boliviana voluptuosa de la alta sociedad que escapo de su país (en la dirección equivocada) a nuestra hermosa Reina del Plata. Un verano de vacaciones, se transformó en una residencia permanente. En su ciudad de origen está muy mal visto que las mujeres sean solteras a cierta edad (el peor castigo que le propinaban cuando era pequeña era ir a la cocina a comer con la servidumbre, y se horrorizaba con las mujeres de Buenos Aires que usan hawaianas en la vía pública), así que encontró en estos parajes olvidados del señor un respiro a semejante presión social. Pero además encontró algo más: a mí (bueno también se encontró un hombre que la ama y, a diferencia mía, también se acuesta con ella).
El lugar de la reunión para esa calurosa noche de febrero fue Gabo, un restaurante colombiano en Palermo Hollywood, lleno de colombianos que por algún motivo viven en la cuidad. El ambiente es muy distendido y alegre, la música se suspendió por un rato para que todos vean “Sin tetas no hay paraíso”. Los hombres eran realmente lindos, todos tomando aguardiente o lo que sea que toman, pero cada uno con su propia botella, que muy gustosos comparten con vos si querés beber a su salud y con novias que parecen que salieron de la misma novela que estábamos viendo en pantalla gigante (por cierto también comparten sus chicas si querés bailar unos pasos de salsa). La mesa estaba regada por unas ricas cervezas por metro. Mi plato seleccionado fue muchachos rellenos, por lo que señalé cuál era el muchacho específico que quería servido y la camarera, también colombiana, me explico amablemente en qué consistía el plato en realidad. Me estaba divirtiendo mucho y me resistía a abandonar el lugar para ir a mi cita que esa noche había planeado.
En ese momento de la noche reflexioné acerca de los comensales que me acompañaban. Estaba quien había abandonado su país (y su dinero) para encontrar el amor a miles de kilómetros al sur, su novio , que no podía ser alguien más perfecto para ella. Estaba un amigo, que había desistido del seminario hacia seis años y que sin embargo optó por (o más bien se encontró con) el celibato desde aquel entonces hasta unos meses antes del evento que aquí describo, cuando encontró el amor en la oficina y empezó a hacer planes para casarse este año. Estaba una mujer extremadamente inteligente e ingeniosa capaz de hacerme reír hasta caer al piso, que el año pasado bajó 36 Kg. para convertirse en una persona completamente diferente en lo físico pero que conservó cada uno de sus gestos y humores intactos lo que la convirtió en un persona aún mejor; ella tenía a su marido esperando en casa. Y por último estaba alguien muy especial para mí que tuvo tanta mala suerte con los hombres como con los caballos y que a pesar de tener 40 seguía muy alegre y adelante con su vida y su dolor de espalda. Completamente consciente de que a esa altura en su vida era mejor pensar en un buen kinesiólogo que le solucione un viejo problema con su columna, causado por un accidente de equitación, que en un hombre que según ella le traería sólo problemas. Hablábamos sobre esto mientras ella se abalanzaba sobre colombianos ebrios. Pensé un segundo (todas estas personas en pareja y alrededor de los 30, y una mujer de 40 que se dio cuenta que a veces el amor no es suficiente. Decidir qué hacer esa noche parecía como decidir qué hacer con mi vida. Entonces me tome un trago mas y deje mis pensamientos pendientes hasta el día siguiente) y me quede bailando y compartiendo bebidas blancas con desconocidos descreídos de mi sexualidad y de las intenciones que yo tenía para con ellos, así como también muy confundidos con respecto a las intenciones que ellos suponían que yo tenía hacia sus esposas. El diálogo fue así: “vos sos puto”- me dijo, “sí” -le dije, “no puede ser, no pareces maricón”- balbuceó mientras tomaba vodka del pico, “tampoco es que es algo que importe mucho porque vos tenés novia” –respondí, a lo que él me dijo: (imagínense a Ricardo Montaner pero lindo y completamente alcoholizado) “entonces te gusto yo porque soy más macho que todos aquí”. Lo que siguió fue un rápido movimiento de muñeca, no mío. La novia del colombiano en cuestión lo agarro de la orejita primero y después lo aparto de mi lado muy dulcemente bailando salsa y besándolo en la boca al tiempo que me miraba por arriba del hombro de él. Otro colombiano apasionado por el baile derribó el tubo de acrílico de 1.5 metros de alto que contenía todavía 1 mt3 de mi cerveza y, como reparación, me obsequio su botella de whisky y una pieza de merengue con su esposa (estaban de luna de miel en Buenos Aires y antes de cederme a la muchacha el mismo me tomo de la cintura y me mostró los movimientos adecuados). Toda una noche bebiendo y bailado rodeados de gente hermosa y muchos amigos que me cubrían si quería llorar.
Había dejado plantado a un señor de alrededor de cuarenta años, que había estado viendo en las semanas posteriores a mi distanciamiento más reciente, el recién había vuelto a vivir en Buenos Aires, en la misma zona de Palermo donde los colombianos hacían de las suyas. Afortunadamente para mí, y aplicando la regla de oro que aprendí de un amigo caribeño que vive hace algunos años en el país todavía tengo menos de cuarenta y puedo ser invitado a cenar, siguiendo la misma sabiduría, luego de los cuarenta el que invita la cena es uno.
Por lo tanto, entiendo que todavía me quedan unos años antes de tener que preocuparme por pagar la cena de mi propio bolsillo o siquiera tener buenas excusas para no asistir a mis citas, siempre y cuando me dedique a salir con gente mayor que yo mismo. (Lo que no siempre es posible) Si salís con chicos…bueno todo el mundo sabe que le pasa al que se acuesta con chicos.
Nos habíamos conocido por Facebook y acepte salir con él una vez que ya había terminado mi relación con Pasteles, habíamos tenido un lindo fin de semana en el campo, ( aunque debo aclarar que de vez en cuando exclamaba, con su mano en mi mentón,” ¿no es lindo?” A sus amigos relacionados con el medio televisivo que nos acompañaron aquel día, además me entere del divorcio de Marcelo Tinelli mucho antes que el común de la gente, bueno, sí, me avergüenzo de este comentario.).
Como había faltado a mi cita del viernes, el sábado tenía que verlo.
Me desperté y enfrenté la resaca como mejor pude y casi sin dormir me fui a pasar el día al Tigre, a un lindo country con gente linda y buena, casas grandes y lagunas artificiales con botes Como ya estaba comprometido con amigos para ir al delta y los domingos si o si los paso en Quilmes, la única opción era sábado a la noche y así lo propuse como resarcimiento a mi ausencia del viernes por la noche. Llegue en tren a retiro y como fue algo no tan planeado el ya tenía una cena con sus amigos pero felizmente, con cierto orgullo diría, me invito a conocerlos .Le advertí de mi aspecto (pantalón corto de futbol, remera que se había mojado al caer yo al rio y luego secada al sol, ojotas hawaianas de dudosa procedencia) pero me dijo que estaba bien así. Llegue al lugar señalado, siguiendo mi guía T (recoleta no es lo mío). Era unos de esos edificios que solo tiene pisos en lugar de varios departamentos por planta. Me abrieron la puerta y ante los ojos de dos personas encargadas de la seguridad del lugar subí al ascensor. Entre y la escena era la siguiente: gente bien conservada de más de cincuenta años y muchachos en la plenitud de su juventud y belleza. Estaban intercalados en los sillones tapizados con tafeta verde musgo. Por lo que entendí de que se trataba esa velada. A los de mayor edad me los presento con nombre y apellido (doble apellido en cada caso y algunos que me eran conocidos de los libros de Felipe Pinga que me gustan leer en verano) y a los más jóvenes me los presentó por su primer nombre,
Como aperitivo había whiscola, la cena fue deliciosa, salvo por el detalle del perrito en los brazos del anfitrión. Las charla era sobre las propiedades de cada uno, a las que se referían con el nombre de la calle donde se encontraban, de los encuentros en Nueva York con los amigos, y lo que más me llama la atención es la forma en que se referían a sus padres. Uno podría decir:”mi papa/mama/viejo/vieja”, en lugar de eso, ellos decían: “papa” y “mama” a secas. “Cuando papa murió”,”cuando mama se fue a vivir a Italia”, etc. Dinero, viajes, el apoyo incondicional al campo y a Mauricio Macri, de eso se trato la noche. Me di cuenta de que no pertenecía a ese círculo, y me preguntaba que podía aportar yo a una relación con alguien que si era parte y lo disfrutaba mucho. Así que, considere por un lado el sexo, habíamos tenido unas semanas realmente intensas (y debo admitir que me divertí bastante reconociendo gente famosa en las conversaciones en los que todos eran llamados por el primer nombre) Por otro lado estos hombres grandes, además de los temas ya mencionados, también hablaban de lo difícil que era mantenerse en el closet en estos días. Los jóvenes por su parte hablaban de la crisis de llegar a los treinta y de la crisis financiera, de lo difícil para nuestra generación de alcanzar el sueño de la independencia económica y la casa propia. La respuesta vino de la persona de mayor edad y apellido más reconocido de la mesa, el dijo (a su ¿pareja?): “quédate tranquilo, agarramos un departamentito y lo ponemos a tu nombre”.
En ese contexto descubrí una pequeña verdad, las clases sociales se juntan a veces así como también las personas de distintos países, aunque es muy raro que tomen conciencia de las diferencias reales. No podía estar en esa posición. A pesar de la belleza y el lujo me sentía muy alejado en términos ideológicos. Así que me aleje de ese ambiente y de esa persona claro.
Y me quede solo de nuevo y al comienzo de una nueva semana .A ocho meses de mi cumple numero 33. Ese Lunes alguien llamo mi atención por lo que agendé un cita para el mismo día. Pero como últimamente venia pasando, el nuevo prospecto tendría un resultado que si bien no iba a ser el esperado, iba a resultar muy interesante (y por partida doble) Al mismo tiempo un amigo virtual hacia las preguntas que no yo no me quería formular.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Preparativos para el 2009

Génesis tercera parte. Guerra de pasteles.


En el día de San Valentín, el que no tenía una cita se inventaba una. Nadie que se respete estaba disponible y los no respetables, como yo, estábamos pensando cuántas de todas esas personas que habían salido en el día de los enamorados estaban realmente en ese estado maravilloso, con ojos sólo el uno para el otro y buenos deseos en el alma. Y cuántos, estaban ansiosos por que se pasara todo ese frenesí de flores, bombones, corazones rojos (perdón, colorados) y reservas de restaurante hechas con 4 semanas de anticipación, para poder decirle sus cuatro verdades al personaje sentado al otro lado de la vela.
De mis amigos, la mayoría había gastado unos buenos pesos y enviado algún regalito al ser amado (los gays gastaron mucho mas, todos los regalos los encargaron en algún portal de internet especializado en regalos de diseño, fabricados por alguien que firma Zoe o Nehuen, con sede en P Soho, pero que en realidad se llama Jorge y compró todo su stock en ONCE). Después de llorar un poco en el teléfono con mi amiga personal R., mientras mirábamos en youtube una y otra vez la misma escena de “La boda de mi mejor amigo”, me fui a mi cena anti-San Valentín en el DownTown Matías de Belgrano, para más tarde volver a casita silbando bajo, sin una expresión definida en el rostro (igual de incalificable fue el espíritu de la cena, con solteros crónicos, novios recientemente abandonados por novias muchos más lindas que ellos, un adolescente skater que no sabía de qué se trataba el evento, chicas grandes, o sea, mujeres de más de treinta vestidas con ropa de 47 Street y sobre todo había como mil parejas alrededor, en otras mesas).
Ya en casa y revisando mis mensajes, encontré uno que me pareció divertido y, mientras le convidaba de mi helado de dulce de leche y banana Split a mi perra bóxer, respondí con la más absoluta inocencia (si es que tal cosa existía en mí todavía). Mi día libre era un viernes. Me conecté después de almorzar y charlé un ratito con el remitente del mensaje divertido. Me contó que vivía en Quilmes, igual que yo (luego me di cuenta de que eso era mentira; mas tarde me iba a dar cuenta de muchas otras cosas no eran lo que yo pensaba). A las dos horas nos encontramos en la esquina del supermercado chino y caminamos hasta el bar a la vuelta de mi casa (el mismo de la primera cita del año, pero esta vez elegí un sillón en lugar de mi mesa de siempre). Hablamos sobre lo traumático de su última relación (que había terminado hacia dos días!) y lo mucho que le costaba relacionarse con la gente y confiar. Me pareció un discurso de otro mundo, quiero decir, yo nunca tuve inconvenientes abriendo el interior (más potable) de mi alma. Hablamos más y más y me dio ternura que se comportara como alguien menor a su (joven) edad. Fuimos a mi casa y nos besamos y escuchamos The Cardigans por su pedido expreso. Creo que desde ese día no pasó un solo día si vernos o al menos hablar mucho por teléfono. El sexo fue una cuestión que fue cobrando mayor importancia a medida que sus platos iban tomando un papel más preponderante en mi vida. Su falta de confianza en el amor y la pésima relación con su ex hacían que no pudiera entregarse (en mucho más que un sentido) completamente.
Me cocinaba las cosas dulces más ricas que compartía, a veces, con mis amigos; hecho que forjo el sobre nombre de “Pasteles”, que aún hoy persiste. Pasaron los días y nos hacíamos cada vez más inseparables. Muchas noches muy divertidas pasaron y muchos lugares que nunca había visitado se hicieron habituales (es curioso que nunca hubiera conocido a una torta hasta que salí con pasteles). La consumación de la relación, sin embargo, se postergaba (digamos que la prueba de amor no se ejercía). Todos los días llegaba a la oficina, saludaba a cada una de las chicas con beso en los labios (cosa que tenía prohibido hacer delante de él) y me sentaba a fumar un pucho. Luego de unos segundos, alguien se animaba y me preguntaba: “¿y?”, “y nada”, era la respuesta. Al tercer mes (ya no podía solucionar el tema) y luego de mi caminata habitual por las paredes, tomé conciencia de que no podía seguir así. Mis amigos de más de treinta me decían simplemente que lo olvidara, que lo dejara de lado y empezara de nuevo. A mis amigos de menos de treinta les parecía algo que valía la pena, les parecía bien que yo esperara. Surgió entonces la solución, la madre de todas las ideas: fin de semana romántico en el Tigre en cabaña entre árboles con vista al río, no podía fallar. Y no falló. Me acuerdo del frío que rajaba la tierra, me acuerdo de que mi amiga S y su novio de entonces, el innombrable, estaban en el mismo complejo el mismo fin de semana e insistían en ver LOST en nuestra cabaña porque era mas cómoda. La ironía es que ninguna de las dos parejas llego mucho más lejos.
Una vez afianzada la relación, todo fue mucho más intenso. Pronto todo fue una constante: todos los días nos veíamos, me llamaba a toda hora y hablaba con mis amigos si yo no contestaba el teléfono. Dejó todo el resto de sus cosas de lado, sus amigos, su trabajo y se dedicaba a cocinarme y visitarme todos los días. A mitad de año cambie de trabajo y en el comedor de la planta de la nueva empresa encontré una cara conocida: una de las amigas de Pasteles que, casualmente, había estado gestionando un puesto de trabajo para su muy querido compañero. Al mes estaba cocinado en la pastelería y lo veía a diario en mi hora de almuerzo y luego también a la salida ya que él me esperaba una o dos horas a que yo saliera para volver juntos a casa. De ahí juntos al gimnasio, a cenar y después a dormir.
Mi cumple numero 32 fue todo un evento, muy divertido. Con una hermosa torta de chocolate con un kung-fu panda arriba. Bailamos mucho y nos reímos más.
Fuimos por muchos meses la pareja ideal, la que todo el mundo invitaba a salidas de a cuatro. Los que siempre estaban juntos. Era él quien finalmente había conseguido tranquilizarme y me hacía feliz
(No muy) Pronto me sentí un poco agobiado, pero siempre traté de mantener mi buena onda y disfrutar. Se planearon las vacaciones para año nuevo y en la navidad me intoxiqué y no pude ir a trabajar. Estaba en lo de mi mama así que me quedé ahí y le dije al pastelero que mejor no nos veíamos porque no podía ni moverme de la cama. En fin, él se puso muy mal. Cuestionó la veracidad de mis dichos y yo cuestioné su continuidad en mi vida, pero sólo lo pensé. Me levanté como pude y el sábado después de navidad fui a verlo para tomarnos un cafecito. Él me dijo que el día que no me vio fue una tragedia y a mí me causo gracia. (Y eso es feo, porque me parece que si salís con alguien se supone que te rías pero no de él). Luego del año nuevo, en la playa y con fuegos artificiales, volvimos y después de reiteradas demandas de más atención le pedí una semanita de paz y tranquilidad para pensar. Por supuesto que no hubo ni paz ni tranquilidad, sino más bien llanto y reclamo.
Termine mi relación un 4 de enero. Será que el amor que sentía sólo fue aparente. ¿Se puede dejar de querer? El me pidió que nunca más lo llamara. En el verano estaba como siempre en el verano esta el clima. Yo estaba solo y sin expectativas cercanas. Cosas que habían pasado en veranos anteriores seguían dando vuelta en mi cabeza y ya a esta altura facebook me traía nuevas conquistas y personas que pensé que nunca más iba a encontrar. Faltaban once meses para mi cumple número 33.

martes, 6 de octubre de 2009

Preparativos para el verano

Génesis. Segunda Parte. Las guerras clónicas.

Aun no repuesto del impacto de ver su rostro en una foto de 2x2, abrí el primer correo electrónico del año (2008). Su perfil decía que era de acuario, que medía 178 cm. y que prefería no contestar (entre otras cosas que no revelaba) si era circuncidado o no. El texto del mensaje me lo reservo. Tanto me lo reservo que no sé si me lo acuerdo a la perfección o estoy imaginado las cosas que me hubiera gustado que me escriban en un primer mensaje. La verdad es que fue la mejor primera cita que tuve en cualquier año nuevo hasta estos días. El mensaje en mi bandeja de entrada, sin embargo, corrió la suerte fatídica de los inocentes a merced de los iracundos. Fue borrado un tiempo después ante la inevitable aceptación que hace que sigas adelante. Luego de dos buenas citas y una inolvidable tercera y final, el año siguió su curso. Pero para eso falta un poquito. Revisando mi memoria y consultando fuentes quizás tengo una percepción que puede diferir de la realidad/ los hechos reales. Lo aclaro en caso de que lean acerca de esta cita y sus resultados en algún otro medio. Para ser sincero, el término que uso a cada rato, “cita”, lo empecé a utilizar en esa noche no muy calurosa del 1 de enero de 2008. Porque lo que pasó fue justo como siempre lo ví en comedias románticas que miramos una y otra (y otra y otra) vez en el cable.
Hablamos por MSN. Arreglamos. Me pasó a buscar por la puerta de casa. Baje con mi perra. Se rehusó a subir, así que nos atuvimos al plan original de tomar algo en algún bar. Subí a buscar mi billetera y a dejar a Tita. Subí dos pisos por escalera con la sonrisa dibujada con pinturita jovi y entré a casa donde me esperaba mi mejor amigo; le tenía que decir qué iba a hacer, confirmar si teníamos que hacer la farsa de la llamada de emergencia, en caso de que me quisiera rajar en seguida. Pero no, lo único que dije fue un “esta buenísimo” y sonreí más y mire si tenía plata en la billetera y volví a ponerla en mi bolsillo. Bajé, respiré profundo. Caminamos una cuadra, fuimos/entramos a un bar, me pedí una corona con limón (el no recuerdo que pidió pero según me aporta un interesado fue una Quilmes). Hablamos un rato, de profesiones y ambiciones. De romances pasados, de su corta edad. Nos contamos anécdotas graciosas (al menos las que él me contó/las de él lo eran). Hasta que entre charla y cerveza, Se termino el trago y /se hizo tarde. Caminamos un ratito y yo no podía dejar de mirarlo. Lo acompañé a la parada del bondi. Mientras caminábamos lo agarré del hombro y lo mire fijo por unos segundos. ¿Qué?– me pregunto. No sabía cómo hacer para ponerte las manos encima– le dije. Los dos reímos y el bondi llego. Y antes de subir nos despedimos con un beso. Y fue como en las películas. Y pensé mucho en eso (y pienso en eso ahora, a veces). Mire alrededor para saber si había alguien, algún testigo de eso que me parecía un sueño. Solo había una señora con cara de indignada que subió rapidito al colectivo y me echó una mirada antes de poner las moneditas. Y me eché a reír y no parpadeé hasta llegar a casa.
La segunda vez que nos vimos tomamos helado, hablamos de nuestros respectivos perros, de las cicatrices en nuestros cuerpos... Caminamos hasta el cine. Vimos Soy Leyenda (que sigue siendo mi película favorita de todos los tiempos). Nos besamos en el cine. Y nos besamos un poco más en mi casa. Nos despedimos en la puerta de su casa.
La última vez que lo ví fuimos a bailar. Y no bailamos. Solo bebimos /un poco y nos besamos mucho. Luego volvimos al sur. Caminamos por varios () lugares antes de encarar el regreso. Corrimos mucho el colectivo y nos reímos mucho más. Viajamos juntos de la mano, bajé en mi casa y el siguió aún más al sur. Esa fue la última vez que lo vi. Lo último que /le escuché decirme fue que en ese momento quería estar solo que lo disculpara. Lo disculpé la verdad. Todos sabemos que cuando te dicen “no sos vos; soy yo”, quieren decir “no soy yo, sos vos” (demasiado feo). Como así también sabemos que “estoy pasando un momento muy especial con mis amigos” significa “encontré uno que la chupa mejor que vos”; “tengo problemas familiares” significa “creo que mi pareja sospecha algo”; ”no estoy preparado para algo serio” significa “ni loco! tenés 10 años más que yo”; “tendríamos que ver a otras personas” significa “hace dos años me casé y acaba de nacer mi primer hijo”, ”no sos lo que me imaginaba” significa que tenés la pija demasiado chica y más te vale hacerte pasivo de ahora en mas en lugar de seguir arruinándole la noche a la gente que se quiere ir a la cama con un pijudo, para variar.
Pero él quería estar solo. Y yo también. Con el tiempo y las conversaciones casuales uno, que nunca se olvidó del tema, escucha cada frase con interés y va atando detalles. Saca cada vez nuevas conclusiones y hasta, a veces, en momentos de melancolía, piensa en los argumentos que usaría en una hipotética pelea que, de haber tenido lugar, hubiera significado un cambio rotundo en la vida tal como la conocemos. Por suerte, son esas largas horas de mirar Sex & the City que nos llevan a mirar un poco más allá y uno entiende que a veces, simplemente, es mejor haber besado al chico mas lindo una vez que vivir preguntándose como sería si hubieras salido con el chico mas lindo. La respuesta es fácil... no! Atropellarlo con tu auto no. La respuesta es disfrutar cada cosa el tiempo que dura (lo que dura dura claro). También podemos vivir de los recuerdos, especialmente si son tan buenos; pero lo mejor es seguir adelante y ocuparte de seguir intentando. Ver a otras personas, personas más dispuestas a tener una relación o al menos personas que no te despierten las ganas de querer casarte después del primer beso. Pero sobre todo personas que no sepan cómo conseguir órdenes de restricción o custodia de la policía federal.
Terminó enero así, con una soledad más densa, más palpable que la de mi estado anterior a los fuegos artificiales y el mal humor. El Polo se negó a seguir entregándome ¼ de helado de dulce de leche granizado y banana split cada 18 minutos así que decidí ir a buscar el módem a lo del Ejército de Salvación, donde lo había llevado como donación creyendo que no lo iba a necesitar nunca más. Una vez online nuevamente y después de la cena anti-San Valentín (organizada por y para gente que disfrutaba de la soledad y no necesitaba una cita para disfrutar la cena ese 14 de febrero, básicamente gente desesperada y yo) conocí a alguien muy especial. Otra vez, parecía que asomaba una luz al final del túnel (que linda imagen no?). Bueno mejor piénsenlo otra vez y recuerden lo aprendimos en las películas…”no vayas hacia la luz”.

jueves, 1 de octubre de 2009

Preparativos para la primera noche

Génesis. Primera Parte. La conquista del desierto

Bueno una amiga me dijo que tendría que escribir algo. Así que algo voy a escribir. Lo que se me ocurre es que la gente debería escribir sobre lo que mejor conoce, sobre los ámbitos en los que se desenvuelve la vida cotidiana o sobre algo completamente ajeno , pura ficción , por así decir. Entonces se me ocurrió que mi vida transcurre mucho rodeado de mis amigos y sus historias. Mis propias historias siempre son regadas de generosos consejos y anécdotas de mis más cercanos. El ámbito donde se mueve mi vida es siempre el mismo. El amor, las relaciones.
Por un lado, entonces el ámbito donde transcurre mi vida .El amor. Por otro lado, es completamente ajeno. O sea pura ficción! En definitiva podría hacer una larga lista de preguntas que nunca me fueron respondidas. Al menos no por aquellos que fueron el origen de las inquietudes en primer lugar. Las cuestiones del amor son sin duda las que mueven a cualquiera a escribir una historia. Sería justo entonces empezar a contar mi historia y mi relación con el amor. Pero justo no es mi nombre. Ni siquiera se acerca a algo relacionado con el amor la justicia. También está el sexo en todo esto. Lo que complica aún más la cosa.
La cuestión es la siguiente tengo 32, estoy en la recta final de mi cumple numero 33 y todavía no conseguí una cita para ese día. Estos relatos se van dando para mostrar mis aventuras en Buenos Aires para encontrar amor verdadero o al menos un muchacho lindo que pueda sostener mi mano delante de mis amigos , básicamente porque me harta que las personas me froten el brazo, me abrazasen , me compren cerveza, me apoyen la barbilla en el hombro, me sonrían y asientan con la cabeza, brinden por mí, me entiendan, no me entiendan , me presenten a sus peluqueros , compañeros de trabajo del call center , compañeros de la clase de teatro, de la clase de cocina, de la facultad de arquitectura , hermanos , ex novios ,porteros del edificio de al lado (que encima te aclaran que son ‘’encargados’ y le dan al chupi); todo este desfile de personas acompañada de los mejores deseos y una frase matadora : ´´ya vas a encontrar a alguien…’’ y la aun más cruel, la patada en los huevos de las frases condescendientes: ‘’¿ hace cuanto que estas solo?(…) bueno ya va a llegar’’. Por suerte, mala suerte claro, planeo abrirme camino solito en esta historia.
Los comienzos son difíciles, y a pesar de que vengo haciendo esto hace tiempo, lo de conseguir una cita puede ser complicado. Hace dos años, para esta época del año, acepte salir con un ex que amablemente me explico con toda claridad y en forma muy convincente, convengamos que yo estaba bastante predispuesto, que había cambiado y toda la psicosis que había traído a mi vida por un tiempito, que yo pensé pasado, había desaparecido. Bueno estaba en mi cumple 31, y todo el mundo sabe que los treinta son a los gays lo que los que 20 a los heterosexuales( Sí, los gay de alrededor de 20 son como criaturas de 12). Estaba entonces en la mayoría de edad y pensé que era muy de persona pensante dar una segunda oportunidad a las personas adultas de buena voluntad que habitan en este bendito país y circulan por la calle Santa Fe. Salí con mi ex y ‘’volvimos’’, los celos enfermizos eran historia, así que en mi fiestón de cumpleaños fui del brazo con mi viejo/nuevo novio. La noche fue muy alegre y recibí muchos besos y abrazos. Cada vez que un muchacho me abrazaba reconozco que miraba por encima del hombro para esquivar un cuchillazo de Fabi, pero no paso nada. Nos habíamos conocido hacia 6 años, habíamos salido unos meses, pero me él dejo convencido de que yo tenía una relación secreta y lujuriosa con mi mejor amigo el Facu, pobre gordo ni siquiera estaba acostumbrado a la idea de que no me gustaban las mujeres. En la segunda vuelta, luego de unos quince días, y basándose en el precepto de que los años que no estuvimos juntos eran parte de ‘’nuestra relación’’ me propuso una solución a nuestro problema de vivir en lugares distintos del gran Buenos Aires y, sobre todo, una solución al problemita de mi situación inmobiliaria de ese entonces, yo vivía con mi mejor amigo en Quilmes. ‘’Múdate conmigo a San Miguel’’ me dijo con una sonrisa, y si bien por segundo me lo imagine, luego recordé bien lo que no había funcionado entre nosotros y me fui corriendo despavorido …después de una vuelta manzana volví, porque estábamos en mi casa, y le dije que no .
Así que mi cumple 31 paso con novio y dio la bienvenida a un verano inolvidable por muchas cosas y personas que conocí.
En el año nuevo fui tomando conciencia de que las cosas tenían que cambiar , que era mejor hacerse a la idea de que los adultos aceptan sin chistar una vida miserable de soledad , o peor aún, una vida de matrimonio con hijos y todo. Para hacer mi trabajo de campo, a fin de corroborar mi teoría, acepte la invitación de mi ex familia política para pasar el año nuevo . Era una fiesta con mucho espíritu de familia. Se iba criticando a cada uno de los invitados ausentes, y se iba cambiando de persona a media que los criticados iban cayendo al festejo . Una vez todos presentes empezó la vuelta de nuevo. Cerca de la medianoche , y luego de comida abundante y rico champagne. Luego de haber divertido a los presentes con mis historias coloridas de romances gay y promiscuidad, luego de vomitar el vitel tone y pedir un traje de baño prestado al dueño de casa , decidí tomarme un descanso y me fui a tirar a una reposera , junto a la pileta para ver a los s sobrinos jugar en el agua. Me prendí un pucho y pensé. Mire las estrellas.
La medianoche. El año nuevo. Brindis y luego helado en la pileta esquivando los pelotazos y los sobrinos tirándose de bomba. Y pensé que eso era divertido. Para saludar llego Mariano . Morocho . Petiso. Uno de esos hombres que me doy vuelta a mirar por la calle. Él era el proveedor de caños plásticos que había forjado amistad con todos los miembros de la familia , incluso un servidor, yo mismo había sido un miembro excluyente de esa familia por seis años. Y no llego solo . Llego con su flamante esposa embarazada y el hijo de ella, sus bermudas de hombre casado con chomba blanca y un detalle que me hizo reconocerlo, una alpargatas VANS con cuadritos blancos y negros. Como siempre me hablo, como hablan los amigotes (heterosexuales) y lo felicite por su nueva realidad. Los dos nos lamentamos (por compromiso) de que ya no nos íbamos a cruzar por los bares del centro. A las dos estaba volviendo a casa. Protestando por la plata que gasta la gente en pirotecnia y despotricando contra los padres que dejaban beber alcohol a los hijos menores. Contra mis contemporáneos que manejaban alcoholizados, contra lo que cortaban la calle para quemar muñecos y contra todo lo que me separaba de mi cama segura y vacía al otro lado de la vías del ferrocarril Rocca. Toda esa perspectiva se borro y volví a mi estadio natural en un segundo apenas me conecte, al llegar a casa, y encontré un mail en mi casilla. El juego empezaba de nuevo. Y todavía faltaban once meses para mi cumpleaños numero 32.