Diego Sale a Cenar

Trato de explicar por qué algunos nosotros recorremos las calles de Buenos Aires solitos . Buscamos el amor o una cita, un amor para toda la vida aunque dure solo un día.

Me Visitaron

jueves, 15 de octubre de 2009

Siguen los preparativos

Todo tiene un final (o dos )y todo comineza.

Luego de mi encuentro con la alta sociedad (gay) de Buenos Aires y otro fallido romance, me encontré a tomar un café en Aroma de Florida y Corrientes (me pedí un tecito y un muffin) con un chico (sí, joven, muy joven) que se dedicaba entre otras artes, al cine. Discutimos su arte, su modo de vida, sus relaciones pasadas (por supuesto) y sus ansias por amar a alguien y estar tranquilo. No hablamos de su familia pero si de libros que yo no había leído cuyos autores había escuchado nombrar, de la política en el tercer mundo, y de mi pasión por Noam Chomsky. Hablamos de sexo y sus preferencias (y las mías) en cuanto a los roles de cada uno a la hora de coger. El descreía firmemente de cosas que a mi simplemente me daban igual.
Bajamos por Florida hasta Av. De Mayo y nos comimos una hamburguesa en Burger King. Me tome el subte E, nos despedimos en frente al edificio del Gobierno de la Ciudad. No hubo beso, no hubo plan de volverse a ver (lo que no significa que no nos volveríamos a cruzar). Al mismo tiempo había empezado a conversar con alguien que luego sería un personaje importante en mi vida.

A través de una página de contactos conocí al Cordobés. Foto falsa, nombre ridículo que hacía alusión a un grupo de pertenencia del que siempre reniega, dirección de correo electrónico alternativa a la que utiliza para la gente “normal”. Resulto bastante reservado en sus cuestiones personales (fóbico diría yo, loca traumadita diría cualquier putito como si estuviera hablando de Diego Ramos) pero al fin, muy simpático. Como no revelaba nada personal él que hablaba y contaba cosas era yo, él se dedicaba a analizar mis frases, dar me consejo...básicamente a opinar de todo lo que me estaba pasando en esos días. Los tópicos giraban en torno a las relaciones, mi búsqueda del amor ideal y las citas. El concepto de cita parecía un obstáculo para nuestra comunicación.

Mientras tanto en Facebook recibí un mensaje. Era alguien que yo no tenía para nada olvidado, si bien había pasado más de un año de nuestra última comunicación. El mensaje en cuestión decía:” hola. ¿Te acordas de mi?”. Sorpresa y mucho de gozo hubo en mi reacción. Claro que si me acordaba, de hecho varias veces me había pasado el tiempo viendo su perfil de Facebook esperando que él se diera cuenta de que yo era amigo de todos sus amigos virtuales (actitud por cierto pelotuda). Respondí al mensaje y le conté que me acordaba y muy bien. Hablamos un poco por el chat de Facebook y me pregunto si aún conservaba su dirección de MSN, a lo que respondí que si. Recordaba de memoria (o como se dice ingles “by heart”) su dirección aunque la había borrado en pos de olvidarme de un romance que nunca realmente sucedió y evitar la tentación de entablar charlas casuales. Sí, era mi cita del año nuevo que volvía, aunque con algunas novedades. Lo había cruzado una noche en una fiesta y todo lo que recibí fue una saludo , una mano agitada levemente en el aire , que interprete como un saludo , a penas una formalidad , una forma de decir que no me acercara, que así estaba bien . Y ahora un año después de eso, estábamos otra vez charlando. Entre las novedades que traía, me contaba que siempre se quedo con las ganas de estar conmigo, me refiero a lo sexual, y que ahora de todos modos no lo íbamos a concretar por que el tenia un novio al que amaba mucho. Lo cual no impidió que me detallara las fantasías sexuales que yo le despertaba. Era aquel hombre hermoso que conocí en el año nuevo.


Las charlas con el iban de a poco abandonado el tinte sexual, para abarcar temas más universales y se hacían más frecuentes mis consejos sobre cómo comportarse y como llevarse mejor con su novio, as i como también muchas veces le recomendé tener paciencia y luchar por su relación. Muchas veces durante esas charlas tuve ganas de llorar. Este tema se volvió un tema de charla constante con el cordobés a quien no había conocido en persona aun. Lo que cambio unas semanas después.
Entre tanto un rostro familiar se contactaba conmigo y yo lo confundía con alguien más. Pero tengo una buena excusa.

El nuevo candidato que confundí resulto se el hermano gemelo del chico cineasta que había conocido hacia un mes una tarde y nada mas. El pintor, tal su dote aritstico, era obviamente un artista plástico muy joven, entre otras cosas, y una de las personas más dulces e interesantes que he conocido. El mensaje fue el siguiente:” vos saliste con mi hermano , pero el piensa que sos mas mi tipo que el de el”. Nos encontramos en Santa Fe y 9 de Julio una tarde con frio y nos sentamos en unos de los banquitos del boulevard ancho que corta en dos a la avenida mas ancha del mundo. Hablamos mucho sobre pintura y yo no podía hacer más que escucharlo y admirarlo. Esa misma tarde nos besamos bajo los arboles, entre el trafico de la hora pico de un Miercoles.Tan joven. Tan lindo y talentoso. Me llevo a exposiciones, me explico cuadro a cuadro, escuela por escuela, autor por autor. Fueron unas semanas fascinantes. Los sábados iba a visitarlo a su casa. Pasábamos la tarde tirados en la cama, tomábamos licuado de banana, el tocaba la guitarra. A veces estaba también su hermano,los tres simplemente hablando. Él, su hermano y yo. Algunas de mis amigas lo conocieron, y la aceptación fue diversa. Que era muy joven, que no tenía nada que ver conmigo. Que no lo entendían, que se comportaba como un niño. Ciertamente la pasábamos bien, aunque era difícil sobrellevar tantas diferencias.
Luego de tanta charla, el cordobés y yo acordamos ir juntos al cine para poder, de una vez, terminar con tanta virtualidad y vernos las caras frente a frente. El mismo día , también por MSN , el muchacho que me sacaba el sueño , el del año nuevo , me propuso un encuentro ( un reencuentro pensé) , así que no lo dude y deje plantado al cordobés para ir en busca de una ilusión , que iba a tardar poco en disiparse para dar paso a la realidad( que no es triste , es simplemente real ).
Nos encontramos en el microcentro y nos tomamos una cervecita en uno de los bares irlandeses de la calle Reconquista. Hablamos del tiempo que había pasado entre nosotros , y lo mucho que habíamos cambiado( yo pensaba en realidad que él estaba tan lindo como siempre , y quería apartar la mesa que nos separaba y parecía una barrera infranqueable para darle un beso en la boca y acariciar su pelo ). Las cosas que me pasaron por la cabeza fueron varias y creo que las exprese más o menos con decoro y un cierto dejo de dignidad que aun me quedaba. Volvimos hacia el sur juntos y me hizo acordar a la última vez que habíamos tomado ese mismo colectivo para ir casa. Esta vez no viajamos de la mano y ninguno de los dos teníamos el mismo destino, nos despedimos que un beso en la mejilla y su novio lo esperaban en la parada cuando bajo. ¿Que podía hacer? Simplemente respire profundo y mire por la ventanilla. Empezó a caer una lluvia finita y sentí que después de mucho tiempo algo se había terminado .No hubo un abrazo, no hubo un beso, ni palabras duras de despedida. Fue simplemente mirar por la ventilla. Fue disfrutar al verlo y al saber que está bien así. En definitiva entendí que era lo que quería para mi vida. O mejor dicho, pensé que si veía alguien, iba a darme cuenta fácilmente si me enamoraba por que se iba a parecer a eso que sentía en ese momento.

Me encontré con el Cordobés en el Abasto para ver una película, pero no vimos nada. Solo nos quedamos sentados hablando y hablando. Riendo y analizando lo penoso de mi vida amorosa. Nos fuimos caminando por Corrientes y luego Pueyrredon y en el bar la Perla nos dio hambre, o más bien los dos teníamos ganas de seguir con la charla. Más hablamos y comimos una pizza en un bar de mala muerte cerca de la Plaza Once. Durante la cena llegue a conocer solo un poco de que se trataba lo que él estaba haciendo en Buenos Aires, y aunque es fácil adivinarlo, lo que el vino a hacer fue seguir lo que todos seguimos. Buscar lo que todos buscamos y jugarse (y ciertamente también perderse), como todos lo hacemos, por el amor. Un porteño que lo había hecho bajar de las sierras.
Para el final de la noche, yo pensé que solo podíamos ser amigos, que todo terminaba ahí ese día y al día siguiente volvíamos a hablar de la vida por MSN. Siempre habíamos discutido el sentido que le doy yo a la palabra cita. El no estaba de acuerdo con conocer gente así, conocer, evaluar, decepcionarse y avanzar. Por lo que trate de explicárselo.
La cita para mí era un encuentro romántico, dos personas apostando a conocer a alguien especial, sino para toda la vida, alguien especial por esa única noche en la que uno se preocupa por mostrar lo mejor. Y al final de la cita, si fue todo bien (y mas allá de verlo una vez mas o no), se concluye todo con un beso, que queda como recuerdo, un lindo recuerdo de algo que (solo a veces) te acordas para siempre.
Lo que había sido una salida para conocer a un amigo virtual se había convertido en un cita y como tal llegaba a su fin, solo que yo no podía considerar eso una cita, aunque lo sentía, porque ese no había sido el plan. Al final, en la plaza Missere, ante la mirada atenta de las putas dominicanas, llego el saludo final de esa noche. Le di un beso en la mejilla pero al mismo tiempo el me dio me beso en los labios. Dude un segundo y pensé que el momento se había perdido (¿pero quien iba a contar lo que paso u oponerse a un segundo intento? Nos besamos un instante y fue una cita. La primera de las nuestras. Mientras tanto seguía adelante y familiarizándome con el pintor y su familia, el arte y la vida moderna. Lo que me dejaba muy poco tiempo libre. Si bien era muy buena mi relación con él, la diferencia entre nuestros estilos de vida era bastante evidente. Pero por las próximas semanas trate de disfrutar el más posible. Al tiempo que me veía con el Cordobés casi a diario hasta que un viernes, pasamos la noche juntos. Y fue muy divertido. Ahora que sentía muchas ganas de estar con el cordobés y a la vez era verdadero el cariño por el pintor, y además el sexo era muy bueno con ambos pero hasta edad ir de un lugar a otro para coger con dos personas distintas me cansaba un poco. Había que tomar una decisión.

Faltaban 7 meses para mi cumpleaños número 33. Y parecía que iba a poder seguir el resto del año en paz y con alguien(o al menos eso pensé) Tenía que decidir por uno de los dos(parecía fácil), y dejar ir al tercero que en realidad es el primero (parecía difícil).

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