Diego Sale a Cenar

Trato de explicar por qué algunos nosotros recorremos las calles de Buenos Aires solitos . Buscamos el amor o una cita, un amor para toda la vida aunque dure solo un día.

Me Visitaron

martes, 6 de octubre de 2009

Preparativos para el verano

Génesis. Segunda Parte. Las guerras clónicas.

Aun no repuesto del impacto de ver su rostro en una foto de 2x2, abrí el primer correo electrónico del año (2008). Su perfil decía que era de acuario, que medía 178 cm. y que prefería no contestar (entre otras cosas que no revelaba) si era circuncidado o no. El texto del mensaje me lo reservo. Tanto me lo reservo que no sé si me lo acuerdo a la perfección o estoy imaginado las cosas que me hubiera gustado que me escriban en un primer mensaje. La verdad es que fue la mejor primera cita que tuve en cualquier año nuevo hasta estos días. El mensaje en mi bandeja de entrada, sin embargo, corrió la suerte fatídica de los inocentes a merced de los iracundos. Fue borrado un tiempo después ante la inevitable aceptación que hace que sigas adelante. Luego de dos buenas citas y una inolvidable tercera y final, el año siguió su curso. Pero para eso falta un poquito. Revisando mi memoria y consultando fuentes quizás tengo una percepción que puede diferir de la realidad/ los hechos reales. Lo aclaro en caso de que lean acerca de esta cita y sus resultados en algún otro medio. Para ser sincero, el término que uso a cada rato, “cita”, lo empecé a utilizar en esa noche no muy calurosa del 1 de enero de 2008. Porque lo que pasó fue justo como siempre lo ví en comedias románticas que miramos una y otra (y otra y otra) vez en el cable.
Hablamos por MSN. Arreglamos. Me pasó a buscar por la puerta de casa. Baje con mi perra. Se rehusó a subir, así que nos atuvimos al plan original de tomar algo en algún bar. Subí a buscar mi billetera y a dejar a Tita. Subí dos pisos por escalera con la sonrisa dibujada con pinturita jovi y entré a casa donde me esperaba mi mejor amigo; le tenía que decir qué iba a hacer, confirmar si teníamos que hacer la farsa de la llamada de emergencia, en caso de que me quisiera rajar en seguida. Pero no, lo único que dije fue un “esta buenísimo” y sonreí más y mire si tenía plata en la billetera y volví a ponerla en mi bolsillo. Bajé, respiré profundo. Caminamos una cuadra, fuimos/entramos a un bar, me pedí una corona con limón (el no recuerdo que pidió pero según me aporta un interesado fue una Quilmes). Hablamos un rato, de profesiones y ambiciones. De romances pasados, de su corta edad. Nos contamos anécdotas graciosas (al menos las que él me contó/las de él lo eran). Hasta que entre charla y cerveza, Se termino el trago y /se hizo tarde. Caminamos un ratito y yo no podía dejar de mirarlo. Lo acompañé a la parada del bondi. Mientras caminábamos lo agarré del hombro y lo mire fijo por unos segundos. ¿Qué?– me pregunto. No sabía cómo hacer para ponerte las manos encima– le dije. Los dos reímos y el bondi llego. Y antes de subir nos despedimos con un beso. Y fue como en las películas. Y pensé mucho en eso (y pienso en eso ahora, a veces). Mire alrededor para saber si había alguien, algún testigo de eso que me parecía un sueño. Solo había una señora con cara de indignada que subió rapidito al colectivo y me echó una mirada antes de poner las moneditas. Y me eché a reír y no parpadeé hasta llegar a casa.
La segunda vez que nos vimos tomamos helado, hablamos de nuestros respectivos perros, de las cicatrices en nuestros cuerpos... Caminamos hasta el cine. Vimos Soy Leyenda (que sigue siendo mi película favorita de todos los tiempos). Nos besamos en el cine. Y nos besamos un poco más en mi casa. Nos despedimos en la puerta de su casa.
La última vez que lo ví fuimos a bailar. Y no bailamos. Solo bebimos /un poco y nos besamos mucho. Luego volvimos al sur. Caminamos por varios () lugares antes de encarar el regreso. Corrimos mucho el colectivo y nos reímos mucho más. Viajamos juntos de la mano, bajé en mi casa y el siguió aún más al sur. Esa fue la última vez que lo vi. Lo último que /le escuché decirme fue que en ese momento quería estar solo que lo disculpara. Lo disculpé la verdad. Todos sabemos que cuando te dicen “no sos vos; soy yo”, quieren decir “no soy yo, sos vos” (demasiado feo). Como así también sabemos que “estoy pasando un momento muy especial con mis amigos” significa “encontré uno que la chupa mejor que vos”; “tengo problemas familiares” significa “creo que mi pareja sospecha algo”; ”no estoy preparado para algo serio” significa “ni loco! tenés 10 años más que yo”; “tendríamos que ver a otras personas” significa “hace dos años me casé y acaba de nacer mi primer hijo”, ”no sos lo que me imaginaba” significa que tenés la pija demasiado chica y más te vale hacerte pasivo de ahora en mas en lugar de seguir arruinándole la noche a la gente que se quiere ir a la cama con un pijudo, para variar.
Pero él quería estar solo. Y yo también. Con el tiempo y las conversaciones casuales uno, que nunca se olvidó del tema, escucha cada frase con interés y va atando detalles. Saca cada vez nuevas conclusiones y hasta, a veces, en momentos de melancolía, piensa en los argumentos que usaría en una hipotética pelea que, de haber tenido lugar, hubiera significado un cambio rotundo en la vida tal como la conocemos. Por suerte, son esas largas horas de mirar Sex & the City que nos llevan a mirar un poco más allá y uno entiende que a veces, simplemente, es mejor haber besado al chico mas lindo una vez que vivir preguntándose como sería si hubieras salido con el chico mas lindo. La respuesta es fácil... no! Atropellarlo con tu auto no. La respuesta es disfrutar cada cosa el tiempo que dura (lo que dura dura claro). También podemos vivir de los recuerdos, especialmente si son tan buenos; pero lo mejor es seguir adelante y ocuparte de seguir intentando. Ver a otras personas, personas más dispuestas a tener una relación o al menos personas que no te despierten las ganas de querer casarte después del primer beso. Pero sobre todo personas que no sepan cómo conseguir órdenes de restricción o custodia de la policía federal.
Terminó enero así, con una soledad más densa, más palpable que la de mi estado anterior a los fuegos artificiales y el mal humor. El Polo se negó a seguir entregándome ¼ de helado de dulce de leche granizado y banana split cada 18 minutos así que decidí ir a buscar el módem a lo del Ejército de Salvación, donde lo había llevado como donación creyendo que no lo iba a necesitar nunca más. Una vez online nuevamente y después de la cena anti-San Valentín (organizada por y para gente que disfrutaba de la soledad y no necesitaba una cita para disfrutar la cena ese 14 de febrero, básicamente gente desesperada y yo) conocí a alguien muy especial. Otra vez, parecía que asomaba una luz al final del túnel (que linda imagen no?). Bueno mejor piénsenlo otra vez y recuerden lo aprendimos en las películas…”no vayas hacia la luz”.

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