Diego Sale a Cenar

Trato de explicar por qué algunos nosotros recorremos las calles de Buenos Aires solitos . Buscamos el amor o una cita, un amor para toda la vida aunque dure solo un día.

Me Visitaron

viernes, 9 de octubre de 2009

Preparativos para la primera noche

La integración bolivariana alcohólica. Guerra de Clases.

Después de una año bastante intenso me di cuenta de que la sensación de saber lo que quiero no me sirve de mucho. Me di cuenda de que ser maduro y sincero no me iba a salvar.
Existen personas que por algún motivo se quedan en vos, y persisten; sobreviven a todas las tormentas y también a toda otra persona que quiera ocupar su lugar y sin saberlo siquiera, o muchas veces sabiéndolo, dan vueltas por ahí a cada rato sólo para que no los pierdas de vista y te vayas a casa pensando (y pensando otra vez) cómo hubiera sido si las cosas hubieran funcionado, pensando en eso que en definitiva existió pero que no transcurrió. Reflexiones que te llevan a evaluar a cada posible candidato contra él, que no tiene comparación, porque cuenta con una gran ventaja: él te gusta de verdad. Y entonces me pregunto: ¿qué carajo es la verdad?, ¿para qué mierda sirve la conciencia? En estas reflexiones me encontraba cuando me alistaba para salir al fin de semana. Con lo devaluado del mercado gay (y estoy siendo apenas pesimista) encontrar la persona correcta puede ser complicado; Responder a un mensaje en una de esas tantas páginas de perfiles puede ser toda una aventura. Especialmente si tenés más de treinta, sos hombre, soltero y buscás.
El viernes la reunión era con motivo de la celebración del cumple numero 30 de una amiga, boliviana voluptuosa de la alta sociedad que escapo de su país (en la dirección equivocada) a nuestra hermosa Reina del Plata. Un verano de vacaciones, se transformó en una residencia permanente. En su ciudad de origen está muy mal visto que las mujeres sean solteras a cierta edad (el peor castigo que le propinaban cuando era pequeña era ir a la cocina a comer con la servidumbre, y se horrorizaba con las mujeres de Buenos Aires que usan hawaianas en la vía pública), así que encontró en estos parajes olvidados del señor un respiro a semejante presión social. Pero además encontró algo más: a mí (bueno también se encontró un hombre que la ama y, a diferencia mía, también se acuesta con ella).
El lugar de la reunión para esa calurosa noche de febrero fue Gabo, un restaurante colombiano en Palermo Hollywood, lleno de colombianos que por algún motivo viven en la cuidad. El ambiente es muy distendido y alegre, la música se suspendió por un rato para que todos vean “Sin tetas no hay paraíso”. Los hombres eran realmente lindos, todos tomando aguardiente o lo que sea que toman, pero cada uno con su propia botella, que muy gustosos comparten con vos si querés beber a su salud y con novias que parecen que salieron de la misma novela que estábamos viendo en pantalla gigante (por cierto también comparten sus chicas si querés bailar unos pasos de salsa). La mesa estaba regada por unas ricas cervezas por metro. Mi plato seleccionado fue muchachos rellenos, por lo que señalé cuál era el muchacho específico que quería servido y la camarera, también colombiana, me explico amablemente en qué consistía el plato en realidad. Me estaba divirtiendo mucho y me resistía a abandonar el lugar para ir a mi cita que esa noche había planeado.
En ese momento de la noche reflexioné acerca de los comensales que me acompañaban. Estaba quien había abandonado su país (y su dinero) para encontrar el amor a miles de kilómetros al sur, su novio , que no podía ser alguien más perfecto para ella. Estaba un amigo, que había desistido del seminario hacia seis años y que sin embargo optó por (o más bien se encontró con) el celibato desde aquel entonces hasta unos meses antes del evento que aquí describo, cuando encontró el amor en la oficina y empezó a hacer planes para casarse este año. Estaba una mujer extremadamente inteligente e ingeniosa capaz de hacerme reír hasta caer al piso, que el año pasado bajó 36 Kg. para convertirse en una persona completamente diferente en lo físico pero que conservó cada uno de sus gestos y humores intactos lo que la convirtió en un persona aún mejor; ella tenía a su marido esperando en casa. Y por último estaba alguien muy especial para mí que tuvo tanta mala suerte con los hombres como con los caballos y que a pesar de tener 40 seguía muy alegre y adelante con su vida y su dolor de espalda. Completamente consciente de que a esa altura en su vida era mejor pensar en un buen kinesiólogo que le solucione un viejo problema con su columna, causado por un accidente de equitación, que en un hombre que según ella le traería sólo problemas. Hablábamos sobre esto mientras ella se abalanzaba sobre colombianos ebrios. Pensé un segundo (todas estas personas en pareja y alrededor de los 30, y una mujer de 40 que se dio cuenta que a veces el amor no es suficiente. Decidir qué hacer esa noche parecía como decidir qué hacer con mi vida. Entonces me tome un trago mas y deje mis pensamientos pendientes hasta el día siguiente) y me quede bailando y compartiendo bebidas blancas con desconocidos descreídos de mi sexualidad y de las intenciones que yo tenía para con ellos, así como también muy confundidos con respecto a las intenciones que ellos suponían que yo tenía hacia sus esposas. El diálogo fue así: “vos sos puto”- me dijo, “sí” -le dije, “no puede ser, no pareces maricón”- balbuceó mientras tomaba vodka del pico, “tampoco es que es algo que importe mucho porque vos tenés novia” –respondí, a lo que él me dijo: (imagínense a Ricardo Montaner pero lindo y completamente alcoholizado) “entonces te gusto yo porque soy más macho que todos aquí”. Lo que siguió fue un rápido movimiento de muñeca, no mío. La novia del colombiano en cuestión lo agarro de la orejita primero y después lo aparto de mi lado muy dulcemente bailando salsa y besándolo en la boca al tiempo que me miraba por arriba del hombro de él. Otro colombiano apasionado por el baile derribó el tubo de acrílico de 1.5 metros de alto que contenía todavía 1 mt3 de mi cerveza y, como reparación, me obsequio su botella de whisky y una pieza de merengue con su esposa (estaban de luna de miel en Buenos Aires y antes de cederme a la muchacha el mismo me tomo de la cintura y me mostró los movimientos adecuados). Toda una noche bebiendo y bailado rodeados de gente hermosa y muchos amigos que me cubrían si quería llorar.
Había dejado plantado a un señor de alrededor de cuarenta años, que había estado viendo en las semanas posteriores a mi distanciamiento más reciente, el recién había vuelto a vivir en Buenos Aires, en la misma zona de Palermo donde los colombianos hacían de las suyas. Afortunadamente para mí, y aplicando la regla de oro que aprendí de un amigo caribeño que vive hace algunos años en el país todavía tengo menos de cuarenta y puedo ser invitado a cenar, siguiendo la misma sabiduría, luego de los cuarenta el que invita la cena es uno.
Por lo tanto, entiendo que todavía me quedan unos años antes de tener que preocuparme por pagar la cena de mi propio bolsillo o siquiera tener buenas excusas para no asistir a mis citas, siempre y cuando me dedique a salir con gente mayor que yo mismo. (Lo que no siempre es posible) Si salís con chicos…bueno todo el mundo sabe que le pasa al que se acuesta con chicos.
Nos habíamos conocido por Facebook y acepte salir con él una vez que ya había terminado mi relación con Pasteles, habíamos tenido un lindo fin de semana en el campo, ( aunque debo aclarar que de vez en cuando exclamaba, con su mano en mi mentón,” ¿no es lindo?” A sus amigos relacionados con el medio televisivo que nos acompañaron aquel día, además me entere del divorcio de Marcelo Tinelli mucho antes que el común de la gente, bueno, sí, me avergüenzo de este comentario.).
Como había faltado a mi cita del viernes, el sábado tenía que verlo.
Me desperté y enfrenté la resaca como mejor pude y casi sin dormir me fui a pasar el día al Tigre, a un lindo country con gente linda y buena, casas grandes y lagunas artificiales con botes Como ya estaba comprometido con amigos para ir al delta y los domingos si o si los paso en Quilmes, la única opción era sábado a la noche y así lo propuse como resarcimiento a mi ausencia del viernes por la noche. Llegue en tren a retiro y como fue algo no tan planeado el ya tenía una cena con sus amigos pero felizmente, con cierto orgullo diría, me invito a conocerlos .Le advertí de mi aspecto (pantalón corto de futbol, remera que se había mojado al caer yo al rio y luego secada al sol, ojotas hawaianas de dudosa procedencia) pero me dijo que estaba bien así. Llegue al lugar señalado, siguiendo mi guía T (recoleta no es lo mío). Era unos de esos edificios que solo tiene pisos en lugar de varios departamentos por planta. Me abrieron la puerta y ante los ojos de dos personas encargadas de la seguridad del lugar subí al ascensor. Entre y la escena era la siguiente: gente bien conservada de más de cincuenta años y muchachos en la plenitud de su juventud y belleza. Estaban intercalados en los sillones tapizados con tafeta verde musgo. Por lo que entendí de que se trataba esa velada. A los de mayor edad me los presento con nombre y apellido (doble apellido en cada caso y algunos que me eran conocidos de los libros de Felipe Pinga que me gustan leer en verano) y a los más jóvenes me los presentó por su primer nombre,
Como aperitivo había whiscola, la cena fue deliciosa, salvo por el detalle del perrito en los brazos del anfitrión. Las charla era sobre las propiedades de cada uno, a las que se referían con el nombre de la calle donde se encontraban, de los encuentros en Nueva York con los amigos, y lo que más me llama la atención es la forma en que se referían a sus padres. Uno podría decir:”mi papa/mama/viejo/vieja”, en lugar de eso, ellos decían: “papa” y “mama” a secas. “Cuando papa murió”,”cuando mama se fue a vivir a Italia”, etc. Dinero, viajes, el apoyo incondicional al campo y a Mauricio Macri, de eso se trato la noche. Me di cuenta de que no pertenecía a ese círculo, y me preguntaba que podía aportar yo a una relación con alguien que si era parte y lo disfrutaba mucho. Así que, considere por un lado el sexo, habíamos tenido unas semanas realmente intensas (y debo admitir que me divertí bastante reconociendo gente famosa en las conversaciones en los que todos eran llamados por el primer nombre) Por otro lado estos hombres grandes, además de los temas ya mencionados, también hablaban de lo difícil que era mantenerse en el closet en estos días. Los jóvenes por su parte hablaban de la crisis de llegar a los treinta y de la crisis financiera, de lo difícil para nuestra generación de alcanzar el sueño de la independencia económica y la casa propia. La respuesta vino de la persona de mayor edad y apellido más reconocido de la mesa, el dijo (a su ¿pareja?): “quédate tranquilo, agarramos un departamentito y lo ponemos a tu nombre”.
En ese contexto descubrí una pequeña verdad, las clases sociales se juntan a veces así como también las personas de distintos países, aunque es muy raro que tomen conciencia de las diferencias reales. No podía estar en esa posición. A pesar de la belleza y el lujo me sentía muy alejado en términos ideológicos. Así que me aleje de ese ambiente y de esa persona claro.
Y me quede solo de nuevo y al comienzo de una nueva semana .A ocho meses de mi cumple numero 33. Ese Lunes alguien llamo mi atención por lo que agendé un cita para el mismo día. Pero como últimamente venia pasando, el nuevo prospecto tendría un resultado que si bien no iba a ser el esperado, iba a resultar muy interesante (y por partida doble) Al mismo tiempo un amigo virtual hacia las preguntas que no yo no me quería formular.

1 comentario:

  1. me encanta
    de verdad me encanta leerte dieguis
    espero leer mas pronto
    jajaja
    abrazo gigante

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