Diego Sale a Cenar

Trato de explicar por qué algunos nosotros recorremos las calles de Buenos Aires solitos . Buscamos el amor o una cita, un amor para toda la vida aunque dure solo un día.

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sábado, 3 de diciembre de 2011

La historia de un amigo...

"Este amigo en particular, que no era ningún tonto, pero era un infeliz, tenia muchas anécdotas que contar, muchas historias para recordar y una tragedia que lo hacia llorar, más o menos todos los días, mas o menos a la misma hora..."






Vos y yo tuvimos una pequeña historia, y charlamos de algunas cosas que todavía recuerdo. Si pudiera cambiar algo del pasado, no lo haría, porque un hombre debe tener en su vida un gran amor y un corazón roto, cuando ambas cosas confluyen, mejor dicho se originan, en una sola persona puede ser una tragedia. Pero son esas historias las que recordamos, después de todo, “Lo que el viento dejo intacto” no es el nombre de ningún clásico del cine. El viento se lleva cosas pero, dicen, los sentimientos quedan, se transforman, pero están.
Una vez un amigo me conto que no podía escribir historias felices, o tan siquiera alegres, y reflexionaba sobre cual seria el destino de sus historias si estas fueran cuentos de hadas. Historias donde un chico conoce a una chica y, sin importar las peripecias, el final, presentido desde la primera línea escrita, es indefectiblemente feliz porque dos terminan juntos y, según la definición universal de felicidad, dos es el número indicado.

Este amigo en particular, que no era ningún tonto, pero era un infeliz, tenia muchas anécdotas que contar, muchas historias para recordar y una tragedia que lo hacia llorar, más o menos todos los días, mas o menos a la misma hora. Lo que escribía estaba atravesado por esa tragedia, una tragedia que bañaba todo de melancolía, una tragedia que, escrita, era imborrable para el que la leyera, como imborrable es la cicatriz de un pecho después de una operación a corazón abierto, probablemente uno se salve, pero la cicatriz va a estar ahí, todos los días cuando nos miramos al espejo.

Los amigos y vecinos de este escritor de tragedias le aconsejaban a diario que olvidara del pasado y, de a poco, dejo de escribir. Mientras el contaba que se olvidaba del pasado, yo me preguntaba si el pasado se había olvidado de él.
En verdad, este amigo mío que solía escribir, y que ya no escribe, me hizo pensar que desde que soy feliz no me acuerdo de mis tragedias, que mis tragedias se olvidan y no me visitan a menudo, pero lo que se vivió, lo que estuvo, en algún lado está, será el inconsciente, pero para mi es alma, que es donde esas cosas siempre, están no tan ocultas, no lejos de nuestro alcance, esto me hace pensar que el olvido propiamente dicho es apenas otra de esas cosas un poco reales un poco abstractas, algo deseable, a veces inalcanzable. El olvido, como la felicidad, es difícil de comprender. Da miedo, espanta. Es difícil de creer…nos preguntamos donde esta la trampa, de que manera nos va a decepcionar. Y la larga decepcionamos, renunciamos antes de la batalla final, preferimos retirarnos a tiempo de que la cosa sea grave, ( ya no se de que estoy hablando, cuando deje de hablar del olvido y empecé a hablar de la felicidad ? Del amor?)
A la larga la gente prefiere retirarse, ser el que decepciona y no el decepcionado. Ser feliz es una trampa y es difícil escaparse. Las personas son así.

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