Diego Sale a Cenar

Trato de explicar por qué algunos nosotros recorremos las calles de Buenos Aires solitos . Buscamos el amor o una cita, un amor para toda la vida aunque dure solo un día.

Me Visitaron

lunes, 9 de noviembre de 2009

En agosto es verano en Madrid.

El mes de agosto me dio un respiro en esta búsqueda frenética. Un viejo amigo había vuelto de España a quedarse en Buenos Aires por un mes.
Nos habíamos conocido en el primer año del colegio secundario, el Colegio Nacional de Quilmes. Pasamos por mucho los dos, cada uno con su propia adolescencia problemática encontramos, cada uno en el otro, la forma de pasarla bien y divertirnos como locos.. En ese entonces , aprovechando la ausencia de padres , pasábamos los días en su casa, y los pasábamos animadamente, excepto claro, los fines de semana , cuando salíamos e íbamos a recitales ( los que más me gustaban era los de Fabulosos Cadillacs) o simplemente salíamos a los bares de Quilmes , o nos tomábamos el colectivo 22, para ir a la capital y visitar toda clase de antros de música Heavy metal( La cruz) o de rock & roll ( la Negra), así hasta que un día a mí se me ocurrió que estaba enamorado de un hombre y por supuesto se lo conté a mi amigo el gordo, sobre todo porque tenia que explicar mis reiteradas ausencias. Y, entonces, se lo conté. Una noche de viernes en su casa, como tantas otras noches, nos preparábamos para salir, el se estaba bañando y yo esperaba en su habitación, en la otra habitación había un grupo de chicas, amigas de su hermana, disfrutando un Pijama party, al verlo cruzar el pasillo envuelto en una toalla, le gritaron bastantes cosas (por no decir de todo) y para cuando entro a la habitación ya estaba todo colorado. Se sentó en la cama junto a mí , y antes de que se pusiera los calzones le dije:”la razón por la que no estuve saliendo últimamente es que tengo un novio y soy gay “, la verdad, paso de colorado a un poco pálido y me respondió, mientras se ponía sus calzoncillos color turquesa con estampado de Bugs Bunny, que estaba todo bien, que a él le parecía que había que tener huevos para tomar una decisión así y decirlo , y me aclaro, que entre él y yo nunca iba a pasar “nada” , lo que me causo mucha gracia y me hizo reír, pero le respondí que yo sabía que iba a estar todo bien igual y que iba a yo iba poder vivir con eso.
Apenas volvió me llamo y arreglamos para vernos en una esquina en el centro de Quilmes, y mientras esperaba, tenía la sensación de que quizás las cosas entre nosotros, después de cuatro o cinco años sin vernos pudieran haber cambiado, que quizás estaríamos en lugares distintos. Mientras esperaba en la esquina lo veía venir, el me miraba casa vez con una sonrisa cada vez más grande y antes de llegar a donde yo estaba, se escondí atrás de una puesto de flores como si yo no lo hubiera vista y asomo la cabeza por el otro lado. ”Sigue siendo un pelotudo” pensé, nos abrazamos un buen rato y fuimos amigos como siempre.

Hablamos y hablamos de los que habíamos hecho todo ese tiempo cada uno por su lado y recorrimos algunos bares, era martes a las once de la noche en Quilmes, pero no importaba. Tomamos las primeras cervezas con pizza en la Continental y después seguimos por lugares que nos parecían los mismos, nosotros habíamos cambiado la forma de verlos.

En uno de los fines de semana que pasamos juntos, me acompaño a una pequeña fiesta organizada por amigos míos en el barrio de Belgrano, cerca de Monroe y Moldes, donde bebimos, para variar y fumamos, conoció algunas personas muy importantes para mí, incluso algunos de los que poblaron algunas de las entregas anteriores, nos retiramos para seguir la fiesta en otro lada, nos acompaño una de mi amigas. Primero fuimos a San Telmo, a tomar un moscato cerca de la plaza Dorrego. Luego nos fuimos para el microcentro, al bar Rede Bell, conocido por ser un bar de motoqueros, por la calle Rivadavia, cerca de la Plaza de Mayo, la música era básicamente, heavy metal y hard rock de la década del 80, y bailamos al ritmo, y bebimos fernet, mi amiga bailaba entre los dos, girando y besándonos alternadamente, a mi amigo bastante más intensamente que a mí, que ya la había (solo) besado con anterioridad. Las luces se encendieron y nos desalojaron. Y el batido de los pelos de los parroquianos se empezaba a desinflar, el próximo destino fue la Boca, donde mi amiga vive en un departamento con vista a la Bombonera, pero antes faltaba algo. “Uds., hijos de puta van a coger, así que primero vamos a conseguir un chongo para mi, así también la pongo” dije más o menos con esas palabras. Así que nos desviamos hasta la calle Marcelo T. de Alvear, para encontrar alguno Taxi (boy). Ya era la mañana , así que no había ninguno, pero si hubiera habido alguno estoy (casi)seguro de que no lo hubiera llevado con nosotros, Pero fue muy divertida la cara de espanto de mi amiga, y el gesto de resignación de mi amigo que lo único que dijo fue:” mira lo que me haces hacer gordo”. Me desperté al medio día, y me asome al balcón. Era un día hermoso y la tribuna se veía perfecta. Había dormido en un sillón, que era una butaca de F-100 con tres gatos siameses gordos. Volvimos manejando a Quilmes por el acceso sudeste. Teníamos otra anécdota más, para una larga lista que tenia ahora 20 años, hecho sobre el que reflexionamos mi amigo, el godo, y yo.

El vivía en España, se había casado y separado, y cuando le pregunte al respecto, inmediatamente contesto:” A mí me preguntas, sabes cómo soy, soy como vos, no estamos hechos para eso”. Pensé en esa idea, mientras nos fumábamos un porro en la terraza, y legue a una conclusión. El gordo se equivocaba y recordé, como pude, el motivo por el cual yo no había viajado a España cuando él y otros amigos lo hicieron, en aquel momento, (no había terminado la universidad y) estaba enamorado. EL gordo me dijo que esperaba que la próxima vez que nos viéramos fuera en Madrid, que la vida gay en la ciudad era fabulosa y que a mí me eso me iba a volar la cabeza, y que Chueca tenia las mejores fiestas.
Quizás fue porque lo tenía otra vez al gordo codo a codo, o porque en ese momento me dolía el corazón , quizás porque soñaba que si expresaba ese deseo en voz alta alguien me iba a pedir que reflexione y me quede, porque a lo mejor pensaba que alguien me iba a querer acompañar. Por uno de esos motivos le prometí a él, y a mí mismo, ir.
Se fue el 15 de Setiembre y se lamento porque no iba a estar el día de mi cumpleaños (Faltaban poco mas de 2 meses), según él, porque iba a estar lleno de mujeres, pero yo que es (también) porque no va a poder emborrarse conmigo como hacíamos en mi cumpleaños y en el suyo.
El día antes de irse salimos por última vez, fuimos a una fiesta Drum & Base en Bharein y bebimos champagne con Speed., volvimos a Quilmes, pero antes paramos en Avellaneda, frente al Hospital Fiorito, a comer panchos. Después me dejo en casa y ahora lo extraño un poco.
Faltan, mientras escribo esto, 17 días para mi cumpleaños y no puedo dejar de pensar que, de algún modo, los novios van y (a veces) vienen, pero los verdaderos amigos están siempre con vos y, aunque estés muy lejos, brindan por vos, en Madrid o en Lomas de Zamora, y cuentan tus anécdotas el día de tu cumpleaños. Hoy tengo una cita , a las 19.30 en el Alto Palermo.

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