Diego Sale a Cenar

Trato de explicar por qué algunos nosotros recorremos las calles de Buenos Aires solitos . Buscamos el amor o una cita, un amor para toda la vida aunque dure solo un día.

Me Visitaron

jueves, 5 de noviembre de 2009

Amigos y amigos de los amigos

Luego de un fin de semana agitado, me encontré con una invitación, el evento era un asadito el domingo siguiente con varios amigos de un viejo laburo. La idea era comer algo y juntarnos, más que nada, porque nos divertimos mucho cuando estamos todos juntos. Uno de los invitados a la fiesta era un buen amigo mío, con el que sin embargo nunca compartimos mucho tiempo juntos aunque nos encanta, sobre todo a mí, cada vez que nos cruzamos por ahí, en una fiesta o en un recital. La gracia de cada encuentro es que yo le confieso mi amor y el promete avisarme si algún día, después de algún accidente cerebro-vascular, decide convertirse en gay. Este amigo en particular me había contado hace un tiempo que uno de sus viejos amigos de la infancia había salido del armario con resultados muy positivos en un principio pero que últimamente estába solo, y mi amigo pensó que sería bueno si nosotros dos salíamos. Supongo que habrá pensado que , además de ser ambos amigos de él, los dos éramos gay lo cual al parecer de un heterosexual , metro sexual, pibe de barrio, e hincha de independiente es motivo suficiente para que dos personas salgan juntos a tomar algo .
Quizás lo hizo solamente para librarse del acoso al que lo someto cada vez que lo veo (pero ese es el precio que tiene que pagar por ser mi amigo y también porque yo me tengo que fumar sus historias de putas tristes y desencuentros). Tal vez, solo considero mi precaria situación sentimental y se apiado. Le dio mi correo electrónico a su amigo y el contacto siguió su curso.
Nos comunicamos por MSN (que es a los gays lo que el lenguaje de señas a los sordomudos, el MSN también es a los gays sordomudos lo que es a los gays que hablan y escuchan pero sin embargo, estos últimos, mueven tanto las manos al gesticular, sobre todo al hablar por celular a lo largo de la calle Florida, que parecen sordomudos hablando por lenguaje de señas). El encuentro fue en un bar irlandés por la av. Rivadavia (convenientemente) cerca de su departamento. Tomamos fernet y hablamos sobre los ex (que es a los gay lo que una charla sobre repostería, hijos y muerte súbita a Maru Botana). Después de compartir nuestras historias decidimos seguir tomando fernet pero en su casa. La verdad el muchacho era mucho más lindo en persona que lo que era en las fotos que había husmeado en el facebook del amigo que me lo presento y lo que era más importante (además de un incentivo) era mucho más lindo que yo. Llegamos a su casa y hubo una mínima charla de sofá, y luego a la cocina a preparar más fernet, antes de que la bebida llegue a la mesa vino el primero de muchos (muchos) besos.
Cogimos (¿Qué iba a decir?)En varios lugares de la casa, varias veces. Sexo que por cierto me lleno de satisfacción. Luego un poco de música y le agregamos hielo al fernet. Escuchamos Jamie Cullum, canciones que recocía y ninguno de mis pasados novios había tenido el más mínimo interés en escuchar alguna vez. Y después cogimos otra vez más. Ya era tarde y como él compartía el departamento con un amigo nunca hablamos de pasar la noche juntos (aunque hubiera estado bueno). Así que a las tres de la mañana partí (para tomarme el bondi a Quilmes). Caminamos de la mano, y nos reímos bastante de nuestra suerte y de nuestro amigo en común y sus mujeres y de lo tierno que suelen ser los amigos heterosexuales varones, nos abrazamos para cubrirnos del frio, me despidió con un beso en los labios y la promesa de volver a vernos.
Mientras viajaba (y sonreía) me llego un mensaje de texto que decía:” la pase muy bien, avísame cuando llegues” (ante lo cual realmente sonreí). Había sido una cita muy buena, la había pasado muy bien con un hombre realmente lindo, delgado y con rulos, que se dedicaba al arte además de su trabajo formal. Me sentía reconfortado de tener tantas cosas en común con él y más o menos la misma edad.

Al llegar a casa, envié el mensaje de texto que explicaba lo agradable que la noche había resultado para mí, y lo tranquilo de mi viaje y la llegada a casa. Lo curioso es, lo envíe a un destinatario equivocado, lo envié a alguien que no me había pedido que le avise nada y seguramente no estaba preocupado por mí, ni por mi paradero. No tuve fuerzas para escribir un mensaje de disculpas por equivocarme el número y mucho menos para escribir el mensaje para el destinatario correcto. Me fui a dormir.
Al día siguiente me fui a Colegiales , a comer un asadito con un grupo de gente que yo quería mucho y que hacía tiempo no veía (reunida).Entre ellos estaba mi amigo el intermediario de mi cita de la noche anterior, al que le relate los pormenores de mi encuentro ( el tenia las palmas de las manos tapándose los oídos al grito de ‘no quiero saber , no quiero saber…no quiero volver nunca a esa casa’)pero me preocupe por omitir, sin embargo, lo fascinado que estaba con su amigo y lo bien que la había pasado más allá del sexo.
Al fin de semana siguiente había una fiesta en Palermo en la casa de una amiga brasileña, y sin dudar mucho le pregunte si quería venir conmigo. Como era de esperar me contestó que ya tenía planes para ese fin de semana, y quedamos en hablar para hacer algo en el siguiente fin de semana. Lo que significaba (en ese lenguaje que todos conocemos) que su mente y su cuerpo ya enfocados en alguien más. Para amenizar la noche me asegure de que hubiera muchos invitados a la fiesta esa noche.
Entre ellos estaba un (no tan viejo) amigo que invite especialmente (un poco porque vivía en frente del lugar de la fiesta y otro poco porque había algo pendiente), un osito muy lindo, amistoso (por cierto) y comprometido. Para cuando el llego yo ya había bebido caipiriña preparada por un brasileño de los más bonito y fumado de lo mejor que se consigue en Palermo Hollywood. Cuando nos vimos nos besamos, nos abrazamos con fuerza contra la pared de la cocina. Los dos sabíamos lo que seguía y sin decir mucho fuimos a una de las habitaciones, pero estaba ocupada, ahí está mi amiga brasilera, dueña de casa y cumpleañera cogiendo con un Mimo (como llego a esa situación y lo que paso al día siguientes son historias que un día voy a contar) así que nos dirigimos a la siguiente habitación y entramos. Ni bien cerramos la puerta nos besamos, como si hubiéramos esperado mucho tiempo, como si toda la tensión sexual finalmente explotara. Con fuerza lo tome de la muñeca y lleve su brazo atrás de su espalda y con mi otra mano lo tome del cuello justo por debajo de la nuca y nos besamos profundo. Nuestros pantalones ya estaban por las rodillas. Golpearon la puerta, nos detuvimos solo un segundo (nos dimos cuenta que estábamos en un baño con una bañera llena de hielo y bebidas) sonreímos y seguimos. Con un movimiento bastante brusco y la respiración cada vez más agitada, me tomo más o menos de los hombros y cara dio contra la puerta, y él empezó a besar y morder alternadamente mis cuello, mis hombros, mi espalda y sentí todo su cuerpo contra el mío (me di cuenta justo ahí que algo entre nosotros dos no había si charlado de ante mano).Seguían golpeando la puerta. Como en una lucha, cambiamos posiciones, pude degustar el sabor de su transpiración en toda su espalda y mas allá. Pero la lucha podía seguir mucho tiempo y la gente esperaba su bebida y a él lo esperaban en casa. Decidimos declarar empate (tiempo después tuve revancha y resulte ganador).
Al mediodía del día siguiente vi que el día estaba nublado y hacia un poco de frio, me incorpore en el sillón y distinguí al mimo tirado debajo de la mesa y pensé que era tiempo de volver a casa.
El candidato de la semana anterior se había enamorado de un oso enorme de Rosario (para el que yo, con treinta kilos menos, no era competencia). El mensaje de texto que envié al destinatario equivocado se lo había enviado a cierto muchacho que había conocido un año nuevo hace tiempo.

Faltaban como 4 meses todavía para mi cumple y pensaba en eso, mientras bajaba hasta Cabrera a tomarme el bondi, con anteojos obscuros y fumando un pucho.

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